lunes, 30 de noviembre de 2015

LA ESTRATEGIA EQUIVOCADA



Y siguen muriendo mujeres a manos de sus maridos, ex maridos, amantes y parejas. Dan igual las reformas legales, las campañas de concienciación, los minutos de silencio, los lazos, las pancartas, las manifestaciones, los observatorios… El endurecimiento de las penas no es disuasorio. El mensaje no cala en ellos. Es más, se percibe un preocupante incremento de las actitudes de agresividad machista a tempranas edades, en niños y jóvenes a los que la movilización ciudadana en contra de esta lacra les trae al pairo. Y es que me temo que nos estamos equivocando de estrategia. El tipo que cobija en su interior a un asesino de mujeres no atiende a razones. Y menos si esas razones vienen de “ellas”, que son su enemigo. Es ese hombre con un sentido enfermizo de la propiedad, del orgullo y de la vergüenza, capaz de clavar una horca en el pecho del colindante, de poner en peligro a toda la familia por una discusión de tráfico y de llevarse por delante a su esposa. No hay racionalidad ni reflexión en su conducta asesina. Se mueve por instintos mucho más primitivos, un arma que se carga con los celos, que se monta con el orgullo y que se dispara con la ira. No hay razón que valga ni que disuada al asesino. Sólo la fuerza y el desprecio de “sus iguales” los hombres podría aliviar la presión de esa caldera repleta de odio e insensatez. Creo que es lo que nos falta por intentar: han de ser los varones los que frenen esos impulsos, los que den ejemplo de respeto a la mujer, los que abandonen trasnochados lenguajes machistas, los que amedrenten a quienes ronda en la cabeza la idea de matar. En el bar, en el trabajo, en cualquier parte. Me parece que el miedo que el maltratador gusta de causar en su mujer sólo se combate con más miedo, a que le partan la cara, a que hombres como él le pongan las peras al cuarto, a ser humillado y despreciado por sus iguales. Lo sé, no son modos legales ni civilizados de afrontar este problema, pero cuando lo demás no funciona y ellas siguen muriendo indefensas, algo hay que hacer. Que no sólo viva aterrorizada la mujer maltratada. 


Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 30/11/2015

lunes, 23 de noviembre de 2015

TAMBIÉN VOTAN



De verdad, qué desolación. Qué barbaridades se leen y escuchan tras la matanza de Paris. Es como si se hubiera convocado un concurso a nivel nacional para ver quién dice la sandez más gorda. Y lo peor de todo es que está participando una burrada de compatriotas. Se le cae a uno el alma a los pies al oír y leer la catarata de disparates que sale de unos cerebros gravemente deteriorados. Desde el “hay que matarlos a todos hasta que no quede un moro vivo sobre la faz de la tierra” a “por fin comienza a hacerse justicia porque ya es hora de que los europeos sepan lo que es sufrir”. Voy a dejar a un lado a los del “amémonos y cantemos juntos empalagosas cancioncillas”, que en su buenismo no le hacen mal a nadie, si bien se percibe un notable desconocimiento de la condición humana. Pero es aterradora la cantidad de desquiciados que dan rienda suelta a sus trastornos mentales cuando los casquillos de los kalashnikov aún están calientes. Sí, los chiflados islamistas determinados a morir matando dan mucho miedo. Pero la gigantesca recua de gilipollas que tenemos en casa da pánico. Porque esa gente vota. El anormal convencido de que esto se arregla tirando la bomba atómica sobre La Meca, vota. Y el borrego al que le han metido en la cabeza que hay que borrar de nuestro país todo rastro de cristianismo –que ahí es nada-, también vota. Y al que los cadáveres del Bataclán estimulan para llamar a la demolición de todas las mezquitas desde Melilla hasta Cabo Norte, también vota. Y la tarada que pide a gritos que la yihad acabe con cualquier asomo de libertad y que la convierta a ella en una esclava, también vota. Y el estúpido que se hace eco que cualquier bulo que corre por internet y lo esparce, también vota. Y el ser despreciable que disfruta aprovechando la confusión y el dolor para generar falsas alarmas, también vota. Todos ellos votan. Y son muchísimos. Incluso personas de apariencia serena y formada se están despachando con unas tonterías preocupantes. Si lo recomendable en situaciones de peligro es mantener la calma y la cabeza fría, desde luego que estamos haciendo exactamente lo contrario. Nuevamente. 

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 22/11/2015

QUE NO ENFRÍE



Bueno, pues bendito calentamiento global si nos sirve para retrasar el encendido de las calefacciones. Porque con el “revolucionario” método de facturación por horas del consumo eléctrico, los sablazos que se nos vienen encima prometen ser de órdago. Como siempre que se hace un cambio de esos que llaman “para mejor”. Cuando los oigo me echo a temblar. Y al ser avisado el otro día de que nos cambiaban el contador de la luz por otro mucho más moderno y preciso, la verdad es que me lo tomé con resignación, consciente de que todos estos artificios y novedades no son más que burdos intentos de engañarme, algo que no consiguen pero que no tengo más remedio que asumir si no quiero vivir a oscuras como en la edad de piedra. Y cada vez que sale el Ministro de Industria intentando, que no consiguiendo, explicar las bondades del nuevo sistema tarifario, siento cómo se me van escapando los euros de la cuenta del banco. Por eso, que a mediados de noviembre aún aguantemos sin prender la calefacción es un regalo climático. Lo siento por los comerciantes de moda, porque la verdad es que el tiempo se ha puesto en su contra, y cuando deberían vender ropa de abrigo se pone a hacer un calor del copón, pero cuando se avecina la temporada de verano, se nubla, llueve y no hay manera de quitarse la chaqueta. 
Por cierto, no se molesten en vigilar el contador para ver si acelera o frena dependiendo de las horas. Yo ya he hecho la prueba. Me bajé al portal con una banqueta, me senté frente al aparato observándolo fijamente cronómetro en mano. Cuatro horas después subí a casa con los riñones al jerez, los ojos como focos de discoteca y el cerebelo apelmazado. Qué pérdida de tiempo. Hay que convencerse de que todo el sistema está diseñado para resultar ininteligible, desde el contador hasta la factura, que viene a ser como un jeroglífico chino. Lo más recomendable para mantener una salud mental normalita es dejarse robar. Así, como suena. Hay ex presidentes, ex ministros, ex secretarios de estado y otro montón de ex que cobran de las compañías eléctricas. Alguien tiene que pagar sus formidables emolumentos. ¿Imaginan quién?

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 20/11/2015 (antes de que enfriara). 

lunes, 16 de noviembre de 2015

DOCE AÑOS



A Tony Blair le ha llevado doce años pedir perdón por la guerra de Irak. Efectivamente, como era sabido, de armas de destrucción masiva, nada de nada. De los de la foto de las Azores no es probable que siga el mismo ejemplo George Bush. Y a José María Aznar no se le conoce la capacidad de reconocer errores y, menos aún, disculparse. Tan solo ha llegado a admitir hoy que desconocía lo mismo de lo que estaba completamente seguro en 2002. Hagamos un pequeño ejercicio de historia ficción. Imaginemos que Aznar, desconfiando de la “información” que le daban los americanos y atendiendo al clamor de su pueblo, se hubiera opuesto al ataque contra Irak. Probablemente la intención de voto al PP no se habría desplomado y no es descabellado pensar que el atroz atentado del 11-M no hubiera ocurrido. Y, consecuentemente, España podría haberse evitado tener en la presidencia del Gobierno a Zapatero, el tipo más incompetente justo cuando se nos venía encima una monumental crisis económica, algo anticipado por ciertos notables del PP como Pizarro y negado categóricamente por el PSOE hasta que fue demasiado tarde. Seguramente hoy estaríamos recuperando la normalidad en vez de continuar renqueantes tras el formidable morrazo que nos dimos. Que nos dieron, corrijo. Qué distinta podría ser nuestra actual situación por salir o no en la infausta foto del trío de las Azores.
Y qué decir del panorama global. Sin la intervención en Irak, es razonable suponer que ese país habría conservado su estabilidad en vez de acabar convertido en un páramo arrasado y que los brotes extremistas se habrían controlado. Esos brotes que crecieron con tanto vigor en el terreno destrozado tras la guerra y que se han extendido tan alarmantemente hasta convertirse en una amenaza de muerte a nuestra confortable sociedad occidental.  
Doce años después, ¿qué hemos llevado a Irak? ¿Paz? ¿Libertad? ¿Democracia? ¿Prosperidad? ¿Y a Afganistán? ¿Y a Siria? ¿Están ahora mejor que antes? Nos metimos de cabeza en el avispero, cabreamos a las avispas, que ahora pican a propios y extraños, y además pretendemos mantener las distancias para que los picotazos no se produzcan en nuestra casa, algo que no hemos logrado. Una foto. Tres individuos. Un completo desastre. Ninguna responsabilidad asumida.
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Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 15/11/2015

ADMIRACIÓN



Muy guapo el anuncio del Banco Sabadell. Rafa Nadal pasea tranquilamente por el campo con su tío Miguel Ángel. Y reflexionan. La vida, el esfuerzo, la motivación, el futuro… Nadal es uno de esos tipos que tienen la facultad de caer bien. Parece razonable, sensato, tratable y con los pies en el suelo. Algo muy poco habitual en personajes tan jóvenes, tan triunfadores y tan ricos. Es, sin duda, una excepción.
Y vaya por delante mi admiración. Pero, tras ver el anuncio, pienso: ¿Qué hace este chico para volar tan alto, para merecer un reconocimiento prácticamente universal, para ser un ejemplo a seguir? Pues se pasa la vida dándole mandobles a una pelotita, de acá para allá, golpe tras golpe. Que lo hace muy bien es indudable. Pero eso es todo. No investiga para curar enfermedades, no trabaja en la solución de los problemas de la gente, no lucha por salvar vidas, no se esmera para procurar un mundo mejor. Ni siquiera presta un servicio a nadie. No sirve ni conduce ni consuela ni escucha ni aconseja ni alimenta ni atiende ni auxilia a nadie. Simplemente juega al tenis, una actividad que no produce mayores avances a la humanidad y por la que es inmensamente recompensado. Nadal no remedia ninguno de los problemas y necesidades que podamos tener. Dándole raquetazos a una bola no nos provee de un refresco, no nos transporta, no nos vacuna contra la gripe, no nos defiende en un pleito, no nos envuelve unos lomos de merluza, no nos soluciona la fuga de agua, no limpia una acera, no nos gestiona unos billetes de tren, no educa a los niños. En definitiva, no hace nada por nosotros. Solamente nos entretiene. Y, curiosamente, sentimos por él una tremenda admiración. Y nos emocionamos en sus victorias. Y nos entristecemos en sus malos momentos. Sin embargo, a todos esos que cada día hacen algo por nosotros, que nos facilitan la vida, no les dedicamos ni un simple gesto de agradecimiento. Sin Nadal, Ronaldo, Messi o Beyoncé nuestra vida no se vería afectada. Sin un médico, una abogada, un agricultor, una conductora de autobús, un carnicero, una cartera, un cajero, una recepcionista, un panadero, una policía, un antenista, nuestro día a día se complicaría y, en algunos casos, mucho.   

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 13/11/2015

miércoles, 11 de noviembre de 2015

SOLAMENTE MÍO



Me acuerdo de Lun, un cocker spaniel hipermimado y un tanto neurótico que detestaba la comida para perros, prefiriendo la alimentación de los humanos del domicilio. Sobre todo, el chocolate. Era tal su dependencia del chocolate que dormía en el suelo con el hocico pegado al mueble en el que mi madre lo guardaba y del que salían unos efluvios extasiantes para el pobre Lun, que de pobre no tuvo nada, porque vivió como un marajá. 
Bueno, pues el caso es que no había manera de que Lun le hincara el diente a la comida para perros, salvo que deambulara por las proximidades de su cuenco algún congénere que mostrase interés en ella. Ay amigo. En ese momento Lun se lanzaba a devorar aquello que tanto le desagradaba. Lo que fuera con tal de que otro perro no lo aprovechara. Porque, aunque lo odiara, era suyo y solamente suyo.
Si se dan cuenta, la estúpida pelotera generada sobre los Premios Princesa de Asturias perdió todo su fuelle, volviendo las aguas al cauce del que nunca debieron salirse, en el momento en que desde Gijón se manifestó la disposición a convertirse en sede de los mismos, utilizando un argumento demoledor: Si Oviedo tiene problemas o reparos para acoger los Premios, aquí está Gijón. De inmediato, desde el ámbito político municipal ovetense se ahogó la polémica. Bocas cerradas y sonrisas profidén. La estrategia del perro del hortelano se fue al garete. Porque una cosa es echar en contra de “tus Premios” y otra bien distinta, y que podría conllevar que a unos cuantos los arrojasen al pilón, que “tus Premios”, gracias a las memeces de los recién llegados, acaben siendo organizados por tu álter ego playero. Si mueren, estupendo. Si se los llevan lejos, pues vale. Pero a Gijón no, por Dios. Eso sería como para pasar a la clandestinidad, desterrarse y no volver a asomar el morro en la capital del Principado jamás de los jamases.   
Desconozco si el ofrecimiento gijonés fue sincero o si se trató de una sutil maniobra para tocarle al Ayuntamiento de Oviedo las fibras más sensibles. Sea como fuere, el resultado fue brillante. Lo más efectivo que he visto en Asturias en muchos años. 

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 11/11/2015

martes, 10 de noviembre de 2015

FABADA OMS



Consternado tenemos a uno de los miembros más activos de la tertulia del contenedor. El pasado domingo fue con su esposa a un restaurante y allí intentaron convencerle para que degustara una “fabada OMS”, cuya principal característica es la sustitución del tradicional compango 100% porcino por otro a base de carnes blancas de pollo y pavo. Una vergüenza. Tal fue su indignación que, de inmediato, abandonó el establecimiento para tomar asiento en una sidrería de las de toda la vida. Lástima que allí no sirvieran fabada, como en tantos locales típicamente asturianos, en los que no se oferta el plato más típicamente asturiano. Pero no cedió ante la fabada desnaturalizada y descochinada. Hasta ahí podíamos llegar. La OMS, por muy OMS que sea, no es quien para poner patas arriba nuestras costumbres alimentarias. Recordemos que la OMS también fue la responsable de la alarma global sobre la epidemia de gripe A, que iba a llevarnos a casi todos por delante. Ahora, lo que tenemos son millones de vacunas caducadas. Así que, ojito. Yo también caí en la estupidez de comprar salchichón de pavo y sucedáneos de embutidos de base vegetal. Una mierda pinchada en un palo. No creo que los inventores de semejantes bazofias las coman. Más bien tendrán las despensas repletas de jamón ibérico y chorizos de Cantimpalo. Por descontado que no voy a caer otra vez en ese error. La corbata de seda, el zapato de piel, el calzoncillo de tiro largo, el papel higiénico de doble capa y el compango de gocho. Y no hay más que hablar.
Doctor, si sigo sus recomendaciones, me pongo a caminar todos los días, dejo de fumar, de comer lo que me apetece y de beber lo que me gusta, ¿viviré más? Pues no, pero el tiempo que viva se le va a hacer eterno.
Pues eso, que así no es plan. Que la fabada OMS se la coman los espabilados de la OMS, si tienen estómago para ello. Desde la tertulia hacemos un llamamiento a la calma y a respetar las tradiciones culinarias de esta gloriosa tierra. Y quedan advertidos de que al que sorprendamos promocionando esas guarrerías pavisosas en descrédito de nuestro maravilloso gochín, lo tiramos al contenedor. Porque no vale ni para reciclar.          

Publicada en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 10/11/2015

LONGEVIDAD



Recuerdo cómo pusieron de vuelta y media a aquel ministro japonés que le pidió a su pueblo que se muriera más y más pronto. Los nipones son los más longevos del mundo. Y eso no hay sistema de seguridad social que lo resista. Los españoles, subcampeones, a unas pocas décimas del primer puesto. 83 años de media. Esto va a quebrar sí o sí. Cuatro millones y pico de parados y un creciente número de jubilados que cada día viven más. No me salen las cuentas. Y, afortunadamente, a un 30% de padres y abuelos españoles, tampoco. Porque ese es el porcentaje de niños con sobrepeso en este país, lo cual es un dato ciertamente alentador. Gracias al infinito amor a la patria y a su espíritu solidario, un tercio de nuestros niños están siendo cebados cual cerditos por sus familias, rollizos, bien forraditos de grasa, con la finalidad de que enfermen a edades tempranas y mueran antes de alcanzar la jubilación. O sea, que vivirán lo suficiente para aportar a la caja de la Seguridad Social pero no tanto como para disfrutar de lo aportado. Una idea brillante. Un sacrificio que debería llenarnos de emoción.
Porque esos papás que tienen un nene como un hipopótamo, alimentado a base de bollería industrial y refrescos, que no hace deporte, que no camina, que sólo sabe entretenerse jugando con el móvil, saben lo que están haciendo. No será por falta de información, digo yo. Es una estrategia bien pensada para salvar España. Lo ceban bien cebado para que ya tempranito sea diabético, hipertenso y cardiópata. Así, si todo transcurre con normalidad, entre los 50 y los 60 años, como mucho, la palma. Y una pensión que se ahorra España. 
Así que cuando vean a una niña redonda como un botijo piensen que están ante un sacrificio humano, el impagable acto de generosidad de unos padres que sólo quieren que este país se vaya liberando de la pesada carga que arrastra. Sí, está gorda, gordísima, pero dará la vida por nosotros y por este país. Porque esta suicida carrera hacia el liderato mundial de longevidad no nos lleva más que al colapso. Que como no le pongamos remedio, vamos a acabar todos queriendo cobrar una pensión sin nadie que trabaje.   

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 8/11/2015

PUTIFERIOS



Sí, de acuerdo, es corrupción, pero no me negarán que resulta mucho más simpática que la mangancia pura y dura al estilo catalán, de maletines cargados rumbo a la frontera. Que figuren apuntes contables referidos a “putiferio” y “varios y putas” denota que el autor de la contabilidad, además de sinceridad, tiene un sentido del humor muy desarrollado. Y por importes moderados, por no decir roñosos. Mucho en viajes, palcos del Bernabeu y arreglillos caseros, pero muy poco en putiferio. Cómo se nota que pesa el historial de colegios de curas y bodas catedralicias. Pecar sí, pero con mesura. Al menos que se sepa por ahora. Y una vez más -y ya van unas cuantas- tenemos al PP asturiano haciendo de las suyas a las puertas de unas elecciones. En esta ocasión,  generales de resultado ajustado, a tenor de lo que marcan las encuestas. Pues ahí los tienen, contribuyendo dentro de sus posibilidades a que Mariano, como el turrón, vuelva a casa por Navidad. Y, encima, buscando alianzas con Foro. Vaya momento para ponerse a reanimar antiguas amistades. Con la Pokemon hirviendo y salpicando la cocina. E investigando la Pokemon, la jueza De Lara, que suele dejarlo todo atado y bien atado. De hecho, nos ató en matrimonio a Cris y a mí. Negro porvenir el de los peperos de varios y putas. Pero que muy negro, a pesar de que el puticlub es un clásico, el lugar en el que tantas negociaciones se cierran, tantos acuerdos se alcanzan, tantas estrategias se idean. ¡Cuánto de lo que nos afecta cotidianamente se ha gestado en el puticlub!  
Ahora, a dar explicaciones, ante la prensa y en el domicilio, que debe de ser lo más complicado. Mientras espero mi turno en la consulta pasa por delante un auténtico artista del “putas y varios”. Cuando trascendió públicamente  dónde solía organizar sus reuniones de trabajo se llevó un tremendo golpazo en los lomos con una llave grifa. Un lamentable accidente doméstico, dijeron. Tuvo que jubilarse porque no era capaz de organizar nada en un despacho. No se concentraba.
Ahora, a los señalados de la trama del agua no les queda otra que mostrar los extractos de cuenta y los cargos de las tarjetas. En público y en casa. Vaya marrón. 

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 7/11/2015

QUÉ HACER (O NO HACER)



Si viviéramos en un país normal, el problema secesionista se resolvería aplicando la ley con el respaldo mayoritario de la ciudadanía y de las fuerzas políticas. Pero como no vivimos en un país normal, ahora nos hallamos en un brete. Porque, una vez llegados a este punto, con declaraciones unilaterales de independencia, cualquier medida que se tome o se deje de tomar estará mal. Si no se hace nada, malo. Y si se hace, también. Sería un error decretar la suspensión de la autonomía. Una intervención militar para desalojar el parlamento y el gobierno catalanes, ni soñarlo. La cancelación inmediata de la financiación estatal, demasiado duro porque pagan justos por pecadores. La detención y enjuiciamiento de los promotores del golpe de estado, políticamente chungo. Convocar a la sociedad no independentista para que se eche a la calle y se rebele contra el régimen corrupto y mafioso que a través de la separación busca la impunidad, inviable dada la imposibilidad de que los partidos políticos españoles se unan para hacer algo en común por el bien de España. Ya sólo para organizar una manifestación imagínense qué lío: el lema, la pancarta, banderas sí, banderas no, constitucionales, tricolores... Mejor dejarlo.  
Si nosotros mismos no somos capaces de ponernos de acuerdo en lo básico, en la jefatura del Estado, en el himno, en la bandera, en el escudo, ¿cómo vamos a estarlo para poner el pie en el freno del proceso soberanista catalán? ¡Pero si tenemos reparos para llamar España a España! Entonces, ¿y si no hiciéramos nada, de modo que consintiéramos que Cataluña se estrelle contra el murallón del día después de la independencia? Pues mal también, porque la defensa de la unidad nacional es una obligación básica. Y si insistimos en seguir dialogando y aguantando desplantes, igualmente mal, porque ya está bien de ser los calzonazos de esta historia. Y si saciamos la sed secesionista con más dinero, horriblemente mal por lo generosos que somos con los que se quieren marchar, teniendo los territorios inequívocamente españoles motivos más que sobrados para sentirse agraviados en lo más profundo. 
En consecuencia, puesto que sea lo que sea que se haga o no se haga estará mal, casi mejor dejar de pensar en ello y continuar con nuestra vida como si tal cosa. 

Publicada en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 4/11/2015

TAMBIÉN



Los embutidos son perjudiciales para la salud. También. Al final, todo es malo. Todo puede ser cancerígeno. Todo mata. Como el hambre. ¿Carne? Buf, chungo. Si es roja, mortal. Si es blanca, como para ser así de blanca los pobres animales son atiborrados a potingues artificiales, tratados con antibióticos, alimentados con químicos, mejor no probarla. ¿Pescado? Un grave peligro. Los mares y océanos están hasta arriba de basura, contaminados con carburantes, metales pesados, sustancias tóxicas, plásticos… Y todo eso lo incorporan los pobres pececillos. Así que, si antes de ponerlo sobre la plancha, a ese hermoso lomo de merluza se le practica la autopsia, resulta que te encuentras con unos niveles de plomo, mercurio e hidrocarburos como para arrancar un coche. Y anda que en las aguas dulces no se acumula basura, con las truchas buceando donde se refrigeran las centrales nucleares, donde se alivian los purines de las explotaciones ganaderas, donde nos libramos de las aguas fecales. ¿Vegetales? Teóricamente perfecto. En la práctica, a tope de insecticidas, regados con aguas contaminadas, expuestos a humos y vapores tóxicos, “retocados” con sustancias químicas. En fin, un asco. ¿Comida procesada? La muerte envasada. Conservantes, colorantes, emulgentes, gasificantes y un montón indeterminado de mierda que comienza por la letra E. El agua que bebemos tiene de todo menos agua, empezando por el cloro, que lo estamos tragando a chorro. La leche está manipulada de tal modo que ya no sabe a leche. Es más, como sepa a leche, no gusta. Como el cordero que conserva el saber a cordero. Corderizo, decimos. Y lo rechazamos. Los huevos, los que ponen las gallinas me refiero, cargados de colesterol del malo malísimo y estallan en contacto con el aceite porque dentro de esa cáscara hay algo más que huevo.
Llegados a este punto, ¿cómo nos las arreglamos? Porque esto se parece a lo del burro, que cuando logré que aprendiera a no comer va y se muere. Pues ya me contarán. ¿Qué hacer para alimentarse sin arriesgar la vida? Porque todo es malo. Y yo tengo hambre. Qué le voy a hacer. Me suenan las tripas. Y aunque me vaya la vida en ello, le voy a pegar un meneo al salchichón que voy a dejarlo temblando. A pesar de que sea horrible para mi salud. También.

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 3/11/2015