miércoles, 26 de noviembre de 2014

GLOBALIZACIÓN



Entras en La Sucursal y de inmediato los oídos reciben el aterciopelado regalo de una suave bossa nova brasileña flotando en el ambiente. No en vano, Nacho siempre tuvo un gusto muy desarrollado por la buena música. Pido un vino blanco y me ofrece un aragonés del Somontano elaborado a partir de una variedad de uva alemana. Y si quisiéramos saciar el hambre, qué mejor que una jugosa hamburguesa de xata roxa, la mejor carne de vacuno asturiano. Pero qué globalización más bien entendida. La belleza brasileña en los altavoces, el particular dulzor de la fruta germana interpretada en Aragón y las sabrosas proteínas asturianas en perfecto ensamblaje.
Porque me fastidia muchísimo que la globalización haya quedado limitada a la vía libre para que los grandes capitales circulen por todo el mundo sin rendir cuentas y a la consolidación de un régimen económico internacional según el cual la rentabilidad de las empresas occidentales depende en gran medida de la capacidad de explotación de los trabajadores orientales. En consecuencia, gracias a este particular aperturismo global, las desigualdades son cada vez mayores. Pero esto no es una globalización que busque un beneficio general, que debería pasar necesariamente por el aprendizaje y la adopción de lo mejor de cada lugar del mundo y su integración para impulsar el progreso común. Imaginen que en vez de quedar limitados a comprar unos zapatos de marca europea fabricados en China por modernos esclavos, hubiéramos sido capaces de importar un poco de filosofía oriental mezclada con la bondad y las ganas de vivir de los africanos, aderezado todo ello con una buena dosis del espíritu aventurero y emprendedor americano. Mal no nos haría, creo yo.
La actual globalización sólo entendida en dinero nos está embruteciendo aún más. El multimillonario futbolista extranjero recorre los estadios españoles golpeando un balón moldeado por un niño en Sri Lanka con un calzado cosido por una mujer de Bangladesh obligada a trabajar sin descanso por un salario miserable. Sin embargo, lo mucho bueno que hay en el mundo –y lo hay-, apenas circula o acaba en muy pocas manos; o bien muere ahogado bajo el peso del frío interés económico. Un prometedor término, globalización, enmascara actualmente una inaceptable injusticia cuyas consecuencias ya estamos padeciendo casi todos. 

LNE de Las Cuencas 26/11/2014

EL VALOR DEL SILENCIO



A tenor de la cancha que le están dando, parece claro que las grandes televisiones privadas españolas no temen que Podemos, nada más ganar las elecciones, se ponga a nacionalizarlo todo, incluidos los medios de comunicación. Porque le están haciendo una macro campaña como nunca se había visto. Y menos, gratis. Horas y más horas de cámara y micrófono a disposición de los líderes de la nueva formación para que vendan su producto. De mañana, a mediodía, por la tarde, en el mejor horario nocturno, es encender el televisor y toparse con alguien de Podemos dando la lengua.
Que igual es una estrategia capitalista para, así, sibilinamente, desgastar a Iglesias, Errejón y Monedero. No en vano, a más parloteo mayor probabilidad de meter la pata hasta el corvejón, sentencia filosófico-matemática que está comenzando a cumplirse. Porque los deslices y patinazos de estas rutilantes estrellas políticas son ahora más frecuentes. Lógico, lo que le sucedería a cualquiera. Si tuviéramos que decir públicamente algo acertado, original, agudo e ingenioso tres o cuatro veces diarias, lo normal sería que en menos de una semana, agotado el intelecto, se nos comenzaran a deslizar las bobadas y los sinsentidos.
Si yo fuese asesor de Pablo Iglesias le recomendaría más momentos de silencio. Con la cantidad de votos que están perdiendo los partidos tradicionales gracias a sus penosos dichos y a sus lamentables hechos, no veo mejor ardid que la boquita cerrada. Cuando el rival camina con paso firme hacia el precipicio lo conveniente es evitar sacarlo de su error.
La voladura de la alcantarilla por la que circula la corrupción ha desatado la histeria en una clase política que va de acá para allá como pollo sin cabeza, desacostumbrada al rigor y la decencia, novata a la hora de dar explicaciones y ejemplo de honestidad. Los recién llegados tan sólo han de vigilar que esa pestilente alcantarilla no se cubra prematuramente. Y no decir tonterías.
Pero claro, entre la constante presencia en los medios –particularmente gloriosas las apariciones en las televisiones latinoamericanas-, la agitación por internet, el Parlamento Europeo, los congresos multitudinarios y las ocasionales intervenciones en plan “El club de la comedia”, los mandamases de Podemos están mostrando bastante más de lo prudente. Y lo que se ve, no sé, no sé...

LNE de Las Cuencas 25/11/2014

jueves, 20 de noviembre de 2014

OLOR A CALAMARES



No suelo acordarme de lo que sueño mientras duermo, pero a tenor del estado de las sábanas al despertarme –estrujadas, retorcidas y liberadas del colchón-, sueño mucho y sobre temáticas bastante ajetreadas.
Ayer, antes de abrir los ojos percibí que el primer plano de mi memoria olfativa estaba ocupado por un bocata de calamares que me transportó a un impersonal bar en el barrio de Moncloa, en Madrid, allá a mediados de los años ochenta. La calle entera olía a fritanga de calamares y, a determinadas horas, decenas de clientes se agolpaban en el interior de aquel bareto atraídos por el poder magnético del bocata. Los había que aseguraban que el secreto de su delicioso sabor era que sólo se renovaba el aceite una vez al año. Y la mayonesa opcional, igualmente exquisita, tenía pinta de poder provocar las fiebres tifoideas. Sin embargo, durante los años en que frecuenté el local no se conocieron fallecimientos ni graves enfermedades como consecuencia de la ingesta del bocata de calamares con mayonesa. Es más, tenía una propiedad fabulosa, casi mágica: la protección de cuerpo y mente frente al exceso de gintónics. Aguantabas como un campeón. Las grasas del bocadillo formaban una resistente película en las paredes del estómago, lo que evitaba la absorción del alcoholazo, cosa que era de gran utilidad en aquellos despendolados fines de semana ochenteros.
¿Y por qué les estoy contando este rollo? Pues no lo sé. Porque se levanta uno de la cama oliendo a calamares y a alguien hay que decírselo. Y al psiquiatra, como que no me apetece. Y, de paso, reflexionamos sobre la importancia de los olores en la historia personal. La cocina de la abuela, la ropa de la madre, la tapicería del coche de papá… Por cierto que mi padre tuvo un Peugeot 504 con unos asientos de escay que desprendían un olor muy particular, sobre todo con el calor. Mi primo Edu era montarse en el coche, respirar un par de veces y marearse sin remedio incluso antes de arrancar. Según escribo me llega el recuerdo del olor de la loción de afeitado de mi abuelo. Ummmm, y el fragante tabaco de pipa. Vaya, los efectos secundarios de aquel bocata de calamares van a declararse treinta años después.

LNE de Las Cuencas 20/11/2014

LAS BUENAS INTENCIONES



Que apenas comienzas a cabrearte con un escándalo de corrupción y aparece otro y otro y otro, en una secuencia sin fin. Y de rebote te enteras de que los parlamentarios españoles tienen los viajes pagados por nosotros. Y, además, no hace falta que den explicaciones ni que justifiquen si esos gastos son consecuencia de su actividad como representantes del pueblo español. Qué va, porque también les pagamos los desplazamientos cuando de lo que se trata es de aplaudirse a sí mismos en los saraos de autobombo que los partidos organizan los fines de semana. Que uno piensa que eso bien podría correr a costa de su formación política. Pues no: lo pagamos nosotros. Con razón el presidente extremeño viajaba tanto a Tenerife en su etapa senatorial. Qué menos, ¿verdad? Un tipo de la rectitud de Monago, azote de tramposos y chanchulleros, jamás habría hecho uso de sus privilegios “todo gratis” como senador para volar al lado de su churri. Por supuestísimo que no. La tercera versión que tan solemnemente acaba de dar lo deja todo claro. ¡Ni se te ocurra devolver ni un duro, Monago!
Hombre, y a nuestra recién dimitida consejera de bienestar social le brotó una empresa que se adjudica contratos públicos y con rozamientos con algo tan delicado estos días como es el Montepío. Mira que es mala pata. Hay que ver la cantidad de políticos bienintencionados que tenemos por ahí a los que les sale un marido, un hermano, un cuñado o un hijo relacionados con algún tinglado que orbita alrededor de las administraciones públicas. Pero qué suerte más puñetera, Doña Esther. Esto es como la gripe, que la coge el del pupitre de al lado y en una semana se contagia la clase entera. Pues uno vive tan tranquilamente formando parte del gobierno regional, ejerciendo el poder en exclusivo interés de los ciudadanos y, de repente, cuando quieres darte cuenta, te ha salido una participación accionarial en una sociedad. Así, a lo tonto, sin querer. ¡Pero qué dimisión tan injusta, caramba! Si no hizo nada malo. Al contrario, ella estaba a lo suyo, haciendo el bien, como Monago, y un día le dan la terrible noticia: que tienes algo con pinta de corrupción. Ay madre, ¿y eso se cura?

LNE de Las Cuencas 19/11/2014

VIVIR SIN ENSUCIAR



Fue una de las últimas tardes calentitas del sorprendente otoño que parecía verano que disfrutamos días atrás, antes de la primera glaciación. Eso que dieron en llamar veroño. Caminando al encuentro de la pandilla pasé junto a una terraza atestada de clientes. Un poco más allá había un grupo numeroso de niños que gritaban y reían divertidos. Lo pasaban bomba destrozando grandes cartones de embalaje, deshaciendo los moldes de espuma blanca y lanzando al aire los plásticos. Los responsables de las alborotadas criaturas asistían al espectáculo sin inmutarse. A nadie preocupó que la calle se ensuciara ni que el cartón del que viven algunos trabajadores quedara inservible. Los niños hacían lo que les daba la gana y sus papás tenían ocupaciones más importantes que evitar que sus hijitos dejaran el lugar en un estado lamentable, como, por ejemplo, apurar una caña de cerveza. Luego, esos mismos tipos que no controlan a los nenes cuando se ponen en función trituradora de basuras protestan por la falta de limpieza de nuestras zonas públicas. Y, evidentemente, no iba a ser un servidor el que se pusiera discutir con ellos. Hasta ahí podíamos llegar. Porque, encima, aún te ponen a parir, que no sería la primera vez que a alguien lo insultan y amenazan por reprender a los que se comportan como cerdos. Para eso están, o deberían estar, los representantes de la autoridad. Y no es que haga falta achicharrar a multas al personal, por descontado, pero una mayor visibilidad podría ser una fórmula bastante disuasoria. Porque los niños han de jugar y divertirse; y los perros, pasear con sus dueños; y la chavalería ha de pasarlo bien; y los adultos hemos de estar a gusto. Pero nada de ello, con un poquito de civismo, daría como resultado que Mieres estuviera hecho una mierda. Porque para disfrutar y pasar un rato agradable no es necesario ensuciar nada. Y si sucede, lo razonable es limpiarlo y ya está, todos tan contentos.
Si preocupante es el número de propietarios de mascotas que se niegan a retirar sus deposiciones de la vía pública, causa desolación asistir a las muestras de pasotismo de unos padres a los que les trae al pairo que sus hijos dejen el pueblo como un vertedero. Pues como no lo aprendan ahora...

LNE de Las Cuencas 16/11/2014

miércoles, 12 de noviembre de 2014

QUE ME LO EXPLIQUEN



En el peaje de La Magdalena acaban de sustituir una de las cabinas de pago tradicional por una máquina automática. Algún empleo se ha ido al carajo a mayor gloria de la sagrada rentabilidad. Ahora te soplan lo mismo, los dolorosos 13,05 € por trayecto, pero te lo apañas tú solito, metiendo los billetes y las monedas en las correspondientes ranuritas y tanteando en el hueco de las devoluciones, mientras que al cobrador que hasta hace poco facilitaba el proceso lo han largado a la cola del paro. Que viva la competitividad y la economía moderna.
Disculpen mi ignorancia, pero no acabo de comprender cómo se puede resolver el angustioso problema del desempleo deshaciéndose del personal y poniendo en su lugar a las máquinas y fabricando en China todo aquello que requiere mano de obra. Necesito que me expliquen el modo de elevar y mantener los niveles de renta y consumo de un país en el que la mitad de la población en edad de trabajar no lo hace. Porque me temo que resulta imposible que todos seamos jubilados, funcionarios o prestadores de los servicios que no puedan ser sustituidos por ingenios mecánicos. Además, si de optimización se trata, ¿por qué pagamos el mismo precio por un combustible suministrado por un amable empleado que por el que hemos de servirnos nosotros mismos?  ¿Cómo es posible que la estilosa camisa que antes se fabricaba en España y hoy viene de China no haya bajado de precio? Es más, recuerdo el tiempo en que las sucursales bancarias estaban llenas y hasta sobrecargadas de personal y, aún con todo, tu dinero producía unos intereses apreciables. Hoy no te dan ni la hora y llevan camino de acabar convertidas en autoservicios. ¿Competitividad? De quién. ¿Rentabilidad? Para quién.  ¿Qué horizonte tiene una sociedad que prescinde de su capacidad de producción? ¿De qué vivirá? Careciendo de ingresos por el trabajo, ¿cómo comprará los bienes fabricados en Oriente? No me cuadran las cuentas, a no ser que alguien acabe pagándonos a todos por no hacer nada, situación poco probable.
De verdad, me fastidia mucho la extorsión de los 13,05 € del peaje de la autopista del Huerna, pero aún me revienta más que, como remate del abuso, disminuyan sus empleos. 

LNE de Las Cuencas 12/11/2014

BRINDIS



Me enteré de la muerte de Franco por el alboroto de bocinas por las calles de Las Palmas de Gran Canaria. Los coches circulaban bajo el balcón de mi casa haciendo sonar sus cláxones, como cuando la selección española ganaba un partido importante. Menudo ambientazo, un tanto incomprensible para un niño de diez años, se vivió aquel día. Con el paso del tiempo comienzas a preguntarte qué habría sucedido si cada uno de los que detestaba a Franco, además de festejar su fallecimiento, hubiera hecho algo más para adelantar el final del régimen. Porque anda que no salieron antifranquistas tras aquella muerte. De repente, todo el mundo lo era.
La caída de Villa y los apuros de sus secuaces se está celebrando por todo lo alto en las cuencas. Incluso se organizan comilonas para brindar por el descenso a los infiernos del omnipotente líder, al estilo del derribo de la enorme estatua de Saddam Hussein en el centro de Bagdad, pero en plan gastronómico, más provechoso. Tal como se están desarrollando los acontecimientos es bastante posible que, tirando del hilo, vaya saliendo mucha mierda y más nombres asociados a ella. Nombres que están en boca de multitud de gente que ahora, con el régimen villista en pleno hundimiento, por fin se atreve a decir en voz alta lo que hasta hace bien poco sólo cuchicheaba. Y es cuando uno vuelve a preguntarse qué habría sucedido en nuestra tierra si los chanchullos que tantos conocían y callaban hubieran sido destapados en su momento y si los que hoy festejan el fin del villismo lo hubieran combatido hace treinta años.
Y, por otra parte, ¿por qué ha habido que esperar a que Villa hincara la rodilla en el suelo para ponerse a remover las cuentas de los fondos mineros? Hace muchos años que se viene denunciando el enorme descontrol, la arbitraria adjudicación de ayudas, la absoluta opacidad y nadie con poder ha movido un dedo. Y lo mismo en el Montepío. Lo de las fincas castellanas, los barquitos mediterráneos y la colocación de familiares es algo que corre por ahí desde hace años y en todo este tiempo nadie osó llamar a capítulo a Postigo y compañía. Si todo esto se hubiera hecho mucho antes, posiblemente hoy todos tendríamos motivos para brindar.

LNE de Las Cuencas 8/11/2014

LÍOS DE FALDAS



Qué cosas suceden en la vida: la monarquía ha tenido su Corina y el Montepío, su Dorina. Con razón los actuales reyes, en su postrera etapa principesca, hicieron una visita a la residencia de Felechosa. Los nexos de unión son incuestionables. Y poca diferencia hay entre una c y una d. De hecho, hubo quien manifestó que el auténtico propósito de aquel viaje fue solicitar plaza de alojamiento para el hoy monarca en la reserva.
Oigan, y que en casi todos estos follones de dineros afanados y corrupciones varias aparece una señora que suele ser la que provoca que el tinglado salte por los aires. Miren si no al clan de los pujoles: de virreyes de las tierras catalanas al actual sinvivir de jueces, policías, registros y presión mediática. Todo se destapa a raíz de la denuncia de una amante despechada que, además, dice hacer sido utilizada como mula de carga de billetazos rumbo a Andorra. Qué desfachatez y qué imprudencia. Parece mentira que los autores de estos sofisticados latrocinios caigan una y otra vez en uno de los errores más antiguos de la humanidad: el lío de faldas. Eso no trae más que problemas. Puede uno ingeniárselas para hacer desaparecer millones de euros, camelando a unos y a otros, con unos pases de manos ante las mismísimas narices de la administración  -que tiene un olfato finísimo para detectar un error de unos pocos céntimos mientras pasan a su lado montañas de dinero con destino paradisíaco-, ideando y desarrollando complicadísimos entramados societarios, y va a caerse con todo el equipo por culpa de una querida que se va del pico. Es que hay que ser tontos, de verdad. Porque no se acaban de convencer de que “la otra”, antes o después, va a querer dejar de ser “la otra” y tomar la posición de “la una”, la oficial, con la que se va a las bodas. Pero, claro, estos tipejos se ven nadando en euros y se creen los reyes del mambo. Incluso se ven más jóvenes y guapos al observarse en el espejo. Y es venirse arriba y echarse una o varias “otras” que acaban enterándose de su vida y milagros. Después, pasa lo que pasa. Rejas, embargos, banquillos... Si es que no aprenden.   

LNE de Las Cuencas 6/11/2014 

CUESTIÓN DE DETALLES



La tía Charo estuvo de vacaciones en el sur de Francia y nos trajo un exquisito popurrí de mostazas. Y hay que ver la impresionante transformación que experimenta un triste filete de pechuga de pavo a la plancha con un leve aderezo de mostaza al aroma de cassis de Dijon. Como de la noche al día. Y es que, a menudo, la razón del éxito es una simple cuestión de detalle. Unos zapatos bien lustrados, un complemento original y oportuno, el cabello limpio y cuidado, nos alejan de la vulgaridad y nos aproximan a la elegancia. 
Mieres es un buen lugar para vivir. Ni grande ni pequeño, si bien en imparable proceso menguante; con un clima bastante aceptable, pese a lo cual los mierenses nos quejamos constantemente del tiempo, y si tras un mes soleado llega un par de jornadas de lluvia, muchos serán los que se lamenten a causa del incesante diluvio; con unas comunicaciones decentes, aunque siempre nos parecen escasas; con unos servicios sanitarios que para sí quisieran casi toda España y buena parte de Europa. Sin embargo, nuestras ventajas quedan diluidas por culpa de la nula atención a los detalles. Es como el que posee un estupendo automóvil pero lo tiene sucio, descuidado, sin brillo en la pintura, con el olor rancio de colillas en el interior. Lo que en principio tendría todas las opciones de resultar atractivo acaba siendo descartado. El célebre lema "Mieres para vivir" nunca se ha visto acompañado de un esfuerzo sostenido para mejorar el aspecto del concejo. Vías públicas sucias, paredes cargadas de pintadas, zonas verdes faltas de atención, multitud de construcciones verdaderamente espantosas, desde fachadas alicatadas con azulejos de cocina a cierres de fincas elaborados con somieres oxidados, pasando por cobertizos y cocheras levantados con chapas, bidones y sobrantes de obra, ríos y riachuelos salpicados de plásticos, cunetas que hacen las veces de vertederos, etcétera. Lamentamos la ausencia de inversión empresarial pero no modificamos los parámetros apropiados -quién manda, qué tal funciona la administración local, con quién hay que hablar, cuántos se van a dedicar a torpedear la inversión. Igualmente nos preocupa que sean más los habitantes que se van que los que vienen, pero seguimos sin cambiar ni un ápice, anclados en la negativa a lucir y cuidar lo que tenemos. 

LNE de Las Cuencas 4/11/2014

Y LO QUE NO SABEMOS



Bueno, al menos alguno va entrando en chirona, que es un cierto consuelo para los honrados habitantes atrapados en este país corrupto hasta las entrañas. Pero el comentario de moda es “¡Y lo que no sabemos!”, en la convicción general de que lo que hoy inunda los medios de comunicación no es más que una mínima parte de lo que se roba habitualmente. Porque, a pesar de que la casta política se esfuerza en hacernos creer que la corrupción no es algo sistémico, la sensación que se percibe en la calle no es esa, ni mucho menos. Y es que, sencillamente echando las cuentas de la vieja, si nos ponemos a calcular cuánto cuesta el sostenimiento de un partido político grande, su enorme infraestructura, el constante despliegue propagandístico, las generosas remuneraciones de sus jerarquías, los infinitos viajes, las sedes, y lo comparamos con los ingresos oficiales, llegaremos a la conclusión, siguiendo el sabio principio de que “lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”, de que los números no cuadran y que hay más dinero sumergido que a la vista. Y de ahí los tresporcientos, los créditos condonados -por algo será, que un banco no regala la pasta así porque sí- , y la pluralidad de vías ilegales de financiación que se han venido utilizando.
Por supuesto, es posible que me esté equivocando, pero tengo la impresión de que el epicentro de la corrupción española se halla en los partidos con capacidad de gobierno, ya sea a nivel nacional o autonómico, que han derivado hacia macroestructuras de negocio puro y duro, que sólo se alimentan de poder y dinero. Y puesto que alcanzar el poder y mantenerse en él es muy caro, hace falta mucho dinero y qué mejor manera de obtenerlo que haciendo uso del poder. Una vía de doble dirección. En consecuencia, se debería hacer a los partidos políticos responsables de los actos ilegales cometidos por sus miembros. O sea, que si Granados, los de las tarjetas opacas o quien sea que se lo haya llevado crudo aprovechándose de su posición política, no devuelven lo afanado, que sean sus respectivos partidos lo que, subsidiariamente, deban responder económicamente. Hoy, cuando veo PP, PSOE, CIU... no veo política; veo criminalidad. 

LNE de Las Cuencas 2/11/2014