miércoles, 18 de diciembre de 2019

MAREA DE RESIDENCIAS



Evidentemente, tenemos un problema, aunque todavía no merece ocupar la primera plana de los informativos. Residentes, familiares y trabajadores de las residencias de ancianos públicas están manifestándose en reclamación de un trato humano para los internos. A qué grado de degradación hemos llegado. 
Soy consciente de que es un asunto espinoso, pero tengo la sensación de que estamos siendo profundamente injustos y desagradecidos con nuestros ancianos. Lo que, a mi entender, debería ser el último recurso se ha convertido en la primera solución: el viejo, a la residencia. Como si fuera un coche que mandamos al desguace. “Es lo mejor para ellos”, solemos justificar. Mentira: es lo que nos conviene a nosotros para continuar haciendo la vida que nos gusta sin impedimentos. Porque consideramos que cuidar a quien nos cuidó, querer a quien siempre nos quiso y proteger a quien nos protegió, es una responsabilidad que no estamos dispuestos a asumir. A la residencia, por su bien, que se encarguen otros, porque no podemos cargar con la vieja, porque nos fastidia las vacaciones, porque molesta, porque ensucia, porque ya no entiende. 
El estallido de la crisis económica de 2008 puso de relieve la inmensa capacidad de amor y solidaridad de la mayoría de jubilados españoles, que abrieron las puertas a sus descendientes, acogidos, alimentados y financiados a cambio de nada. Un gesto de humanidad que devolvemos despachándolos a las residencias a la primera de cambio. ¿En casa? Ni hablar. Tenemos nuestra vida, nuestras ocupaciones, nuestros planes. Mejor a la residencia y ya iremos a verlos. 
Insisto: hemos hecho del último recurso la salida prioritaria. Y, qué quieren que les diga, que haya manifestaciones por un trato humanitario a los ancianos residentes me produce escalofríos. Una sociedad que abandona y maltrata a sus mayores es una sociedad gravemente enferma. Si ni siquiera somos capaces de devolver mínimamente lo que ellos nos dieron no merecemos la consideración de seres humanos. Y la “Marea de residentes” que hoy grita en las calles pone el foco sobre lo que nos negamos a mirar. Qué estamos haciendo. Qué estamos consintiendo. En qué nos hemos convertido. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 18/12/2019

SUPERFLUO



El otro día me hablaba un conocido de la importancia que tiene la economía de lo superfluo, o sea, la increíble cantidad de dinero que mueve todo aquello que verdaderamente no necesitamos. Y es que, si lo miras bien, hay que ver lo que gastamos en tonterías, en lo prescindible, y que lleva a más de uno a privarse de lo necesario.
Poco después vino una mujer joven que ya tiene un par de hijos y con una situación económica de lo más achuchada: el padre de las criaturas se desentiende y ella, sin trabajo. Bueno, pues a pesar de todo, había conseguido que su familia le pagara un tatuaje y un piercing. Toma castaña. He ahí un ejemplo perfecto de economía de lo superfluo, que, curiosamente, acabamos poniendo por delante de lo básico. No hay para leche, ni para calentar la casa, ni para comer un poco bien, pero los vinitos del mediodía, un antebrazo entintado, el abono del fútbol y un móvil nuevecito que no falten. 
Imaginen que de un día para otro entráramos en razón y la mayor parte del mundo desarrollado decidiera dejar de consumir aquello que, no es que le falte, sino que le sobra, que es puro capricho. El acabose. Ni tratamientos estéticos, ni ropa de lujo, ni cremitas, ni perfumes, ni coches caros, ni restaurantes puturrú, ni lo último en tecnología, ni viajes para hacer el chorra cuando puedes hacerlo en casa, ni ese mogollón de cosas que, lo sabemos, son innecesarias y en las que, a pesar de ello, nos gastamos la pasta. 
Imaginen una sociedad parecida a la de nuestros abuelos, de trabajar y trabajar para sacar a la prole adelante, de pragmatismo y cero caprichos, de enseñar a los hijos a apreciar la vida exenta de tonterías, de disfrutar de lo que hay y compartirlo.
Hoy nos hemos convertido en esclavos de necesidades que no son tales. Una esclavitud que, paradójicamente, es uno de los motores principales de este mundo chiflado. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 17/12/2019

LO INAPLAZABLE



Tienes razón, querido amigo: no deberíamos sentir tanto orgullo por el éxito de las campañas de recogida de alimentos. Porque es bochornoso que haya gente sin ellos. No me entiendan mal, por favor, porque la generosidad es un valor humano imprescindible, pero una sociedad que convive naturalmente con unas desigualdades cada vez más acusadas no es una sociedad justa ni sana. Parchear la pobreza con donaciones puntuales no debería alejarnos del auténtico y dramático problema: hay millones de españoles y de residentes en nuestro país que viven miserablemente. Y España, como país, tiene la obligación de poner remedio. Esto es insostenible y no se resuelve con propinas.
Me enferma que gastemos tantas energías y recursos en idioteces y en inacabables discusiones sobre los diversos modos de ostentar el poder, a trozos, de modo unitario, coronados o descoronados, con las que no hacemos más que aplazar las urgencias. Y la erradicación de la pobreza es una tarea que no puede demorarse más. Comencemos por sanear los cimientos y ya iremos viendo qué diseño le damos al edificio. Dense cuenta de que, por ejemplo, mientras la chavalería se divierte atacando a la policía en las calles de Barcelona con la excusa de la exigencia independentista, justo al lado, los callejones, los cajeros automáticos, los portales, están ocupados por los que no tienen nada, los olvidados, los abandonados, los que no merecen pancartas ni soflamas. 
¿Por qué no comenzamos por ahí? Tenemos niños mal alimentados, ancianos que no pueden pagar la calefacción, familias enteras que dependen de la beneficencia, gente sin techo y techos sin gente. Imaginen cuánto les importan las negociaciones políticas, los nacionalismos o la jefatura del Estado. Tienen hambre y frío, sus bolsillos están vacíos y un futuro negro como el azabache. 
Es una vergüenza que una sociedad se proclame desarrollada mientras la Iglesia y las organizaciones solidarias no dan abasto intentando taponar la enorme y sangrante herida de la injusticia. Nuestra clase política ha de poner los pies en la tierra y remangarse para atender las auténticas necesidades de este país. Y exigírselo es una obligación ciudadana.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 11/12/2019

DE LOCOS



Los sábados por la mañana hay un programa en la COPE llamado Agropopular en el que, entre otras cosas, te enteras del precio de las frutas y verduras en origen, o sea, lo que le pagan al que las cultiva, y en destino, o sea, lo que nos clavan en el supermercado. Y entonces te cabreas mucho más que escuchando el repertorio de juramentos de esa panda de cretinos que tenemos por parlamentarios. Que no todos son cretinos, lo se, pero como colectivo se esmeran en parecerlo.
¿Cómo es posible que paguemos seis veces más de lo que obtuvo un agricultor por un kilo de peras? Y quien dice peras dice cualquier vegetal comestible. La misma pieza de fruta, desde el árbol hasta el lineal, sextuplica su precio. ¿Se puede ser más imbéciles? Y me refiero a nosotros.
O sea, que es un hecho que la alimentación saludable es la basada en productos frescos, especialmente frutas y verduras, que nunca deberían faltar en nuestra dieta. ¡Por las que al agricultor le pagan una miseria y a nosotros nos cobran un riñón! 
Siendo una cuestión de salud pública, conscientes de que la mala alimentación conlleva problemas físicos que, antes  o después, terminarán convertidos en costes sanitarios, ¿cómo es posible que comer fruta sea más caro que comer dulces industriales? ¿Qué desquiciada estrategia nos condujo a pagar más por la verdura, la carne y el pescado frescos que por la comida procesada?
No tiene vuelta de hoja: hemos conseguido que la alimentación que nos enferma sea más accesible que la que nos mantiene nutridos y saludables, un disparate socialmente admitido y consentido por unas autoridades que, se supone, deberían velar por la buena salud de la comunidad. Es la inteligencia humana aplicada al suicidio colectivo.
Digo yo, que igual estoy volviéndome majareta, que los alimentos básicos para la vida, los que nos sienta bien, deberían estar al alcance de todos a unos precios justos. Y el que se quiera perjudicar con otras cosas, que se las pague.
¿Qué sentido tiene subvencionar los tratamientos para sobrellevar los efectos de la alimentación insana por no haber podido pagar por comer saludable? 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 6/12/2019

VALERIANA




El vocal de reciclaje de la tertulia del contenedor lleva sin dormir desde que vio la escena del tierno abrazo entre Sánchez e Iglesias. “Se ve que mi presidente nos traspasó el insomnio al 8% de la militancia socialista que votamos no al gobierno de coalición con Podemos”, comentó resignado el pobre hombre, que arrastra las ojeras por el suelo. Ayer acudió a la reunión con una infusión de tila y lleva los bolsillos repletos de grageas de valeriana. Y ni así es capaz de pegar ojo. 
En atención a su lamentable estado evitamos cualquier referencia a la sentencia de los ERE, no sea que le demos la puntilla, porque está para pocas bromas. El otro día estuvimos tratando de cubicar 600 millones de euros, para hacernos una idea de la magnitud de la mangancia y cuando íbamos por el noveno contenedor dejamos el tema al ver que llegaba nuestro insomne vocal. En su presencia sólo hablamos de progresismo. Ahora todo es progresismo. Y, de tanto hablarlo, ya nos sentimos cada vez más progresistas. Incluso nos estamos planteando denominarnos la tertulia del contenedor progresista. O la tertulia progresista del contenedor, que no lo sabemos muy bien aún. Pero está claro que hemos de adaptarnos a los nuevos tiempos, que auguran un futuro esplendoroso.
“Pero hombre, ¿cómo es posible que un socialista de pro como tú tenga semejante preocupación con el pacto en ciernes que tus correligionarios apoyan con sumo entusiasmo?” – dijo el tesorero intentando animar a nuestro taciturno compañero. “Es cierto: con un gobierno progresista todos seremos también mucho más progresistas. Y eso es bueno, ¿no?”, añadió el vicepresidente. Pero, ni por esas. Nuestro vocal no manifestaba el menor síntoma de recuperación del ánimo. “Vamos a ver, un gobierno del PSOE y Podemos con la onerosa aquiescencia de los independentistas y presidido por Pedro: ¿qué podría salir mal?”- preguntó el secretario. 
Acto seguido, como movidos por un impulso irrefrenable, todos los presentes comenzamos a pedirle al vocal de reciclaje unas cuantas grageas de valeriana. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 28/11/2019

miércoles, 4 de diciembre de 2019

BUENA NOTICIA



Aprovechando que el cielo nos dio una breve tregua, volvimos a convocar la tertulia del contenedor, si bien, precavidos que somos, todos acudimos con el paraguas aunque, esta vez, la humedad procedía del suelo.
Y, por primera vez en mucho tiempo, encabezamos nuestros debates con una buena noticia. Qué digo buena: excelente. Los diputados de nuestro parlamento regional se acaban de subir el sueldo. ¡Hip, hip, hurra! Una alegría que llegó en el mismo paquete de noticias que anunciaban que el Principado descarta las reducciones de impuestos y que no hay dinero para arreglar las carreteras ni túneles asturianos. 
Se acabó la miseria. Ya era hora de poner fin a una injusticia histórica y rescatar de la pobreza a sus señorías, gente abnegada, laboriosa a más no poder y con unas capacidades extraordinarias, que están detrás del portentoso despegue de esta tierra. Y eso cobrando menos que una propina rácana. 
En la tertulia del contenedor el sentimiento de satisfacción es unánime. Es más, todo es poco y aún tememos que el incremento salarial haya sido escaso. Son personas modestas, qué duda cabe, ejemplares en sus dichos y actos, que hacen de la austeridad virtud y a las que hubo que insistir tenazmente para que reconsiderasen la decisión de cobrar mucho menos de lo justo y debido. 
Con el panorama general que presenta Asturias, consolidada, firme y fuerte para soportar el impacto de la enésima crisis que se nos viene encima, sólo faltaba la guinda del pastel en forma de subida de sueldo de la materia gris que rige nuestros destinos. Es lo menos que podemos hacer para que se sientan queridos y reconocidos.
Y si un acto de justicia como éste exige que los demás nos apretemos un poco más el cinturón, pues sea, lo que haga falta. Y si las carreteras están bacheadas y los túneles oscuros y con goteras, circulemos con más precaución. Y a la hora de pagar los impuestos autonómicos tengamos siempre presente las imágenes de nuestros queridos parlamentarios. Hagámoslo por ellos. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 23/11/2019