miércoles, 22 de noviembre de 2017

UN DÍA DE SILENCIO




Salta el despertador. Aún es de noche y ya estamos con la matraca de Puigdemont. Hace unos días estuvo aderezada con el tinte republicano de la camiseta de la selección de fútbol. Cada vez que digo que en este país no cabe un tonto más, me equivoco. Sí que cabe. La puñetera camiseta no es monárquica ni republicana. Es fea. Y a 130 euros la unidad, horrorosa. Soñé que la lluvia golpeaba contra el tejado. Fue sólo un sueño. El termómetro de la farmacia dice que hace frío. Dan ganas de apagar la radio y el cerebro y volver a cerrar los ojos. Estoy del rollo catalán y del mogollón de monsergas diarias hasta el copete. Pagaría porque España se quedara afónica un día. Con un día me conformo. Un día de silencio. Qué gozada. Son las ocho de la mañana cuando pongo el pie en la acera. Dos pasos más allá me encuentro el primer regalito: una hermosa caca de perro en medio de la calle La Vega. Ojalá que el dueño de ese chucho cagón esté leyendo esto: eres un cerdo asqueroso. No mereces más que la mierda de tu perro. A esas horas no parece justo echarle la culpa al alcalde. Pero a las dos de la tarde ahí sigue la caca, al sol. Nadie la retiró en todo ese tiempo. Ahí igual sí que cabe cierta responsabilidad municipal. Mi madre dice que últimamente duerme fatal. Luego confiesa que aguanta hasta las tantas de la madrugada siguiendo las tertulias políticas de la tele. Y, claro, tanto Puigdemont, tanto Junqueras, y los ojos como platos. Y por más que asegura que va a desengancharse de esos debates de gritones, para mí que ha desarrollado una dependencia preocupante. De hecho, es ella la que me pone al día del lío catalán, porque hace tiempo que decidí desenchufarme de ese disparate. Por ella me enteré de la huída a Bruselas. Y de la romería aérea de los 200 ediles a adorar al fugado junto al Manneken Pis. Y de los actos fingidos de contrición de los que se ven en el trullo para largo. Vaya si caben tontos en este país. Lo que daría por un día en completo silencio.  

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 22/11/2017

martes, 21 de noviembre de 2017

LOS IRREDUCTIBLES




En la última sesión de la tertulia del contenedor hemos aprobado hermanarnos con nuestros homólogos del Valle de Arán, que seguro que los habrá. La decisión no ha sido unánime pues el vocal podemita se manifestó en contra y a favor. Porque es contrario y favorable a la independencia de Cataluña, aunque también aprueba y desaprueba la resistencia aranesa al “procés”. Y como a la hora del sufragio levantó los dos brazos, no nos quedó otra que declarar nulo su voto, a lo que se opuso y no se opuso. Ada Colau hace estragos. Bueno, pues es que el comportamiento de los araneses, al estilo de la irreductible aldea gala de Astérix y Obélix, nos tiene enamorados. Qué tíos. Qué plantados. Un verdadero grano en el culo del independentismo. Con un par. Y con un sentido práctico de la vida que no va en contra de sus raíces culturales, porque allí se habla y estudia aranés, castellano, catalán, francés, inglés y lo que haga falta. Sus tertulias del contenedor han de ser como la Torre de Babel. Así es que ya estamos organizando una misión de reconocimiento del lugar. A ver si para el puente de la Inmaculada nieva en condiciones, se van para allá los dos esquiadores del grupo y aprovechan para establecer contacto. Lo malo es que uno de ellos es el podemita, que ya nos avisó de que irá y no irá. Así que, a día de hoy, no sabemos cuántos representantes tendrá nuestra delegación. Lo más curioso de la sesión fue la votación de la moción en defensa del carbón autóctono. Como aquí todo el mundo está politizado hasta las cachas, del primero al último tenían instrucciones de partido. Votos a favor, todos. Votos en contra, todos también. En conclusión, me fui para casa antes de liarme a pescozones. Que nuestro carbón está herido de muerte, con razón o sin ella, es un hecho. Que los partidos mantienen desde hace mucho tiempo dos discursos distintos, según hablen desde Madrid o desde Asturias, lo tenemos más que comprobado. Pero que ni aquí, en las cuencas mineras, seamos capaces de mantener la coherencia, es para hacérnoslo mirar. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 21/11/2017

martes, 14 de noviembre de 2017

PASTELES




Ay, fía, no sé qué llevar. Maldición, debí ganar la pole position en la puerta de la pastelería. Esto va para largo. Ye que la mi suegra tá ingresá y no sé qué pasteles elegir. ¿A ver esos de ahí abajo? ¿Y los de la derecha? ¿Y los de atrás? ¿Qué llevan estos? ¿Ye hojaldre o masa de empaná? Ay, no sé qué hacer. Entonces, la dudosa me mira. Y la dependienta también me mira. Seguro que me dan paso. Pues no. Como si no existiera. Ye que también voy a llevar para la compañera de habitación. Probe. Venga, de esos. Uy, no, espera, de esos no; de esos otros. O uno de cada. Pero no, que son difíciles de comer. Van pringase enteras. Mira, vida, tenemos estos que son más sequinos. ¿A ver? Ye que la mi suegra ye muy repunante. ¿Tará duru? Qué va, vida, tan muy ricos. Véndense muy bien. La frase maldita. Si fuera yo, ya no los quería. Venga señora, llévese esos, que va a tener que cambiar los pasteles por flores para llevar al cementerio. Que la suegra no es inmortal. Aunque lo parezca. Se me inquieta una pierna. La dependienta vuelve a mirarme como para atenderme mientras la nuera rastrea todo el expositor. Pero no. Es de las de uno a uno, por riguroso orden de llegada. Bueno, voy pensalo. ¡Bien! Va pensalo. Ahora, voy yo. Pues no. Dame una barra de  medio. ¡Horror! Ahora, el pan. Que té bien cocidín. Y la dependienta empieza a sacar barras de pan. Ninguna es la buena. Las rechaza sin verlas pues permanece con los ojos clavados en los pasteles. La vigesimosexta es la buena. Las he contado. ¡Ay, no! ¿No les ties de leña? Leña, la que te daba yo. Me pican las plantas de los pies. Ambas vuelven a mirarme. Seguro que se percataron de mi inquietud. Pues tampoco. Ni puñetero caso. Volvemos a los pasteles sin haber resuelto lo del pan. Y dale con la suegra. Tuvo muy malina, fía. Ahora sólo pue comer puré. Entonces, ¿los pasteles? Esta quiere cargarse a la suegra. A ver, enséñame otra vez eses barres. Creo que voy a evitar un crimen cometiendo otro.    

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 14/9/2017

BANDERAS




Pocas banderas constitucionales ondean en los balcones de Mieres. Aquí no son tenidas en mucha estima. “Son fachas” me susurra al oído una anciana. Para qué responder. Somos más resueltos a la hora de agitar al aire la bandera asturiana. Y la de la Segunda República, por supuesto. Pero si quieres ser ubicado en el sector, digamos, progresista, la bandera oficial española no ayuda. En Oviedo se ven. En Gijón también, pero menos. Serán fachas. Y del puerto de Pajares para abajo, a montones. Más fachas. Menudo negocio para los chinos. Constitucionales, esteladas, catalanas, republicanas, asturianas... Todas chinas. Me alegro de no vivir ahora en Cataluña porque, conociéndome, con esta puñetera manía de no callarme, sobre todo por escrito, lo tendría bastante complicado. No concibo mantenerse en silencio ante, por ejemplo, la barbaridad de involucrar a los niños en un conflicto político. Cuánto desaprensivo merece salir del aula de una patada en el culo. Cómo me alegro de no haber vivido en el País Vasco en los tiempos del tiro en la nuca y la bomba lapa, porque mi existencia habría sido difícil y, posiblemente, breve. Nosotros aquí tendremos problemas, no lo discuto, pero al menos somos libres. Como mínimo, más libres que buena parte de la ciudadanía catalana, que vive bajo la amenaza de “como abras la boca para decir lo que no debes, atente a las consecuencias”. Fíjense en lo que ha costado que los no independentistas salgan a la luz. Cierto es que también padecimos algo similar a una dictadura de facto en la época del glorioso villismo, cuando la discrepancia era muy mal tolerada e, incluso, perseguida. Pero aquello pasó en su mayor parte y hoy podemos manifestarnos libremente, con el único límite de nuestro propio temor. Y esto es un tesoro que aún no aprendimos a apreciar y que está en grave riesgo en zonas de nuestro país. Hace un rato me crucé con un chaval que vestía un polo con una banderita de España. Y cómo seremos de raros que me sorprendió. Si hubiera sido la americana, inglesa, nepalí o republicana no me habría fijado. Pero era la rojigualda. Y eso aquí se sale de lo habitual, por más que vivamos en España.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 9/11/2017

SEGUIR IGUAL (O PEOR)




Pues claro que se puede repetir el resultado. O empeorar. La convocatoria de elecciones catalanas el 21 de diciembre no garantiza que el electorado bascule mayoritariamente hacia el sentido común. Es más, por mi confianza en la inteligencia humana, me da en la nariz que el secesionismo volverá a ganar. Y, en consecuencia, nos veremos nuevamente en la casilla de salida, pero con peores fichas. Y vuelta la burra al trigo. Porque somos así, necios a más no poder. Las primeras encuestas confirman que el catalanismo independentista continúa en cabeza a pesar de todo, del espantoso ridículo del govern golpista, de la fuga de empresas, del vacío internacional, de la hecatombe económica. El enroque mental es de tal magnitud que no valen las razones. Hay millones de habitantes de Cataluña que ya soltaron amarras con España aunque la nave navegue a la deriva. Les da igual. No hay vuelta atrás. Y lo peor del tema es que una victoria independentista el 21 de diciembre proporcionará a la opción de ruptura una legitimidad difícilmente rebatible. El Estado hizo una clamorosa dejación de funciones en Cataluña durante más de treinta años. Hoy tenemos una generación completa educada según los parámetros catalanistas. Una generación en edad de votar. Una generación que sólo acepta una versión de esta historia. Una generación dispuesta a participar en las elecciones del 21 de diciembre. Una generación crecida en la idea de que España es el enemigo, el invasor. Así las cosas, los puigdemones, pujoles, junqueras y gabrieles, ganarán. Verán qué risa tonta nos va a dar tras el recuento. Y ni les cuento unas horas después, cuando los niños de San Ildefonso canten el Gordo de Navidad, que caerá en Barcelona o aledaños. Se admiten apuestas. Porque España es así. Y si juntamos la estupidez colectiva con las leyes de Murphy, para qué queremos más. Dice un amigo, mitad en broma, mitad en serio, que antes de votar Cataluña necesitaría cinco años de presencia de la Legión en la zona. Y un delegado del Gobierno uniformado y con un parche en el ojo. De los que acojonan mucho. Y después, sí, a las urnas. Pues yo creo que ni por esas. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 4/11/2017

JUGAR CON FUEGO



Viento sur. Incendio seguro. Viento sur anunciado con una semana de antelación, que viene un huracán, que rozará la fachada atlántica, que por el sentido de su giro, habrá ventolera caliente como el aire del secador de pelo, tragedia habemus. Una semana para ajustar la estrategia incendiaria, para asegurar los dispositivos, para completar el arsenal. Hablan de globos de helio cargados de bengalas lanzados al vendaval. Hablan de ataques coordinados, ejecutados con la maestría del que domina la materia. Hablan de acciones realizadas con el propósito de que todos mirasen a las llamas mientras desde el mar entraba el veneno blanco. El viento sur siempre significó fuego en el norte de Portugal, en Galicia, en Asturias y en el León más gallego y asturiano. Desde hace muchísimos años, nuestros maravillosos bosques, abandonados y desaprovechados, sufren las ofensivas de aquellos a los que la naturaleza estorba para sus intereses. Y así una vez. Y otra. Y otra. Cada vez que se anuncia viento sur. Pero los perezosos poderes públicos no manifiestan en el menor interés en hacer que cambien las tornas. Prevención, mantenimiento, medios… Buf, qué va. Es más barato apagar que evitar que se prenda. Pero en esta última ocasión, los enemigos han mostrado su capacidad destructiva. Esto no se remedia con cubos de agua. Como tampoco se pone freno al golpe de Estado del separatismo catalán con paciencia infinita y guante de seda. Con circunloquios y cartas de ida y vuelta no se taponará la herida abierta en la Constitución. Al gobierno catalán también le gusta jugar con fuego. E incendiar las calles. Y con calderitos de agua no se apagarán las llamas. Una de dos: dejar que se queme todo o intervenir con la contundencia que requiere la gravedad de la situación. Pero esto de intentar convencer al pirómano de que, por las buenas, guarde el mechero, parece una pérdida de tiempo. Además, tengamos siempre presente que el pirómano no es sino un mandado, que ni el mechero es suyo. Hay muchísimos problemas cuya solución está en suspenso a la espera de la resolución del culebrón catalán. Ya está bien de tensar cuerdas, de jugar con fuego, de jorobar la vida de tanta gente.      

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 2/11/2017

MÍTINES EN LAS AULAS




Eso ya lo viví – y sufrí - en mis años estudiantiles. El adoctrinamiento ideológico en las escuelas y la utilización de la infancia es una estrategia que viene de lejos y el recurso habitual de docentes de ignorancia enciclopédica. Como no tengo ni repajolera idea de la asignatura que he de impartir, sermoneo al alumnado y que lean ellos el libro de texto, que para eso está. Vengo de antaño, del cambio de régimen, y me han tocado mítines de ambos bandos, incluso de los extremos de ambos bandos. Pero todos los supuestos contenían un denominador común: un maestro incompetente. Y si esto podía suceder, ocasionalmente, en EGB y BUP, ni les cuento en la Universidad, shangri-la de la matraca mitinera, cantón de zánganos y fracasados con ínfulas políticas. Incrustados en las cátedras, a las que accedían por apellido o carné, decenas de individuos con nulos conocimientos contaban los días para que corriera el escalafón, una jubilación, un fallecimiento y dar el saltito. Y, entre tanto, como obedientes y sectarios quintacolumnistas, procuraban no enseñar nada de provecho a sus alumnos, a los que castigaban con sus diarreas mentales. Y no tardabas en darte cuenta de que se aprendía más fuera que dentro de las aulas. Hoy hago memoria y solo me viene el recuerdo de cinco personas, cinco docentes vocacionales que se esmeraron en llenar de conocimientos nuestras huecas cabezas, que nos mostraron los trucos y las herramientas para obtener un mayor provecho de las capacidades intelectuales. Eran unos enamorados de su profesión y lo transmitían. Del resto no me acuerdo. Bueno, miento, porque de unos cuantos desearía no acordarme. Al amparo de la sacrosanta libertad de cátedra, en este sufrido país se cometieron y se cometen auténticas canalladas. Deformar la mente de un niño e inocularle ese sentimiento de diferencia, señalándole los enemigos, los caminos separados, los buenos y los malos, es una aberración mayúscula que aceptamos como si no tuviera consecuencias. Pues las tiene. Y las tendrá. “Pasa más hambre que un maestro de escuela”, se decía. Así se ha conceptuado en este país a la clase docente. Por eso, tampoco se les ha exigido gran cosa. Pecado capital español, origen de gran parte de nuestros males. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 25/10/2017