jueves, 23 de mayo de 2019

SIDRA




El arreón popular de la sidra con el tinglado de la iniciativa de declaración de Bien Cultural de la UNESCO tiene su puntillo tragicómico. Porque mira que nos hemos puesto campanudos con una tradición que nos esmeramos en estropear. En Asturias únicamente producimos el líquido. Todo lo demás hemos de traerlo de fuera. Las cajas y botellas, los corchos y vasos son de importación. Además, bajo la denominación de sidrería se consiente la práctica de cualquier negocio hostelero en el que haya sidra. Da igual cómo sea, ni su decoración, si es representativa de la tradición y cultura asturianas o no. Es más, actualmente hasta cuesta encontrar el acto ceremonial del escanciado, hoy sustituido por la mala imitación de los artilugios eléctricos que también se fabrican lejos de Asturias. Sin embargo, nos engañamos a nosotros mismos pretendiendo hacer bandera de una costumbre que descuidamos insistentemente. Y llevamos años observando cómo el País Vasco adquiere una notoriedad sidrera que ya incluso nos supera, a pesar de que la calidad del producto no tenga comparación. Pero allí cuidan los detalles y elevan la actividad al rango de marca distintiva. En definitiva, nos están comiendo la tostada mientras los asturianos firmamos folios de adhesión a algo que a todas luces no se soporta tal como lo tenemos planteado. 
Será para ver si se saca una subvención, me dijeron. Y con ella montamos un centro de interpretación de la sidra que cerraremos antes de que la gente compruebe que la historia no tiene nada que ver con la realidad. Porque la sidra era mucho más que beber un líquido ligeramente alcohólico. Era madera, referencias asturianas en las paredes, nuestra forma de comer para que la bebida no golpee en el estómago vacío. Y la música, el cantar espontáneo, triste y alegre, que la modernidad expulsó.
El simple hecho de que traguemos sidra como descosidos no parece causa suficiente para que se nos otorgue un reconocimiento para el que no estamos haciendo méritos. Si nos es concedido, mejor, pero no dejará de ser una ficción. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 5/5/2019

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