jueves, 23 de mayo de 2019

VEINTE AÑOS




El día de mi vigésimo aniversario como colaborador de LA NUEVA ESPAÑA el “cuentacolumnas” del ordenador marca 2392. Esto viene a suponer unas 840.000 palabras escritas para este periódico, que tuvo a bien concederme un rectángulo en blanco para que yo lo rellenara, y que conserva intacto el principio con el que fue creado: la libertad.
Un par de décadas de escritura producen no pocos cambios y replanteamientos. Cuando me asomo a las primeras opiniones publicadas, allá por la primavera de 1999, no puedo evitar una extraña mezcla de nostalgia y vergüenza. Indudablemente, he perdido por el camino la frescura de aquellas columnas que vieron la luz en un tiempo en que el clima social y político de las cuencas mineras resultaba asfixiante, y el arrojo de escribir aquello en aquel momento, cuando la sociedad se dividía entre los que asentían y los que callaban. Hoy, los que asentían, callan y los que callaban, denuncian. 
Veinte años de observación dan para mucho, para comprender cómo somos en solitario y en grupo, para descifrar lo mucho que exigimos y lo poco que estamos dispuestos a conceder, para aprender a medir cuánto dista entre el dicho y el hecho, para evaluar nuestro índice de autocrítica. 
Veinte años sirven para entender que no es sano ocupar el intelecto con todo lo que está mal, lo mejorable, lo que es responsabilidad de zánganos e incompetentes. La vida es mucho más; y la escritura, también. Y a lo largo de veinte años vas navegando en busca de aquello que te satisfaga, de las ideas que quieres transmitir, de las historias –reales o imaginarias- que deseas dar a conocer, de los sueños y aspiraciones, personales y comunes, procurando no olvidar que no son pocos los lectores que buscan en este rectángulo un instante de evasión y, a ser posible, una sonrisa que matice el exceso de seriedad de la realidad.
Veinte años después creo haber aprendido que con un punto de humor, aunque sea ligero, la vida es más llevadera. Y ustedes me han hecho saber que los sentimientos sinceros leídos en un periódico pueden calar hondo.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 12/5/2019

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