martes, 5 de septiembre de 2017

DESPASITO



Que ya puestos a rebelarnos contra aquello que altera nuestra vida ordinaria, contra lo que destruye la identidad de un pueblo, ¿qué tal si abordamos el espinoso tema de la música latina? Estoy del “Despasito” hasta la mismísima coronilla. Y desde hace ya varios años, “lo latino” acapara absolutamente el panorama musical español. Y más allá de nuestras fronteras también lo están pasando mal. Hoy, la banda sonora de Europa es una cumbia, un reguetón, una bachata, un merengue, una salsa, un ballenato… No hay más música que esa. Entras en una tienda de ropa, en una cervecería, en el quiosco de periódicos, en la gasolinera, en el supermercado, donde vayas, y algún ritmo latino saldrá de unos altavoces. Y, como cantaba Camilo Sesto, ya no puedo más. Estoy del “Despasito” y del resto de despasitos hasta una parte concreta de mi anatomía que más vale no mencionar, pero que usted seguro que sabe ubicar. Y desde aquí llamo a los cachorros de la CUP, a los hijos políticos de Otegi y a cuantos sientan que su pueblo está siendo atacado por medio de ondas hertzianas caribeñas, a reorientar la lucha y enfrentarnos a esta plaga musical. Qué difícil es escuchar un txistu, las notas de una sardana, el agudo sonido de la gaita… La plurinacionalidad que nos vende Pedro Sánchez, aunque no creo que sepa aún lo que significa, también ha de comprender la identidad musical. Y defenderla de la peste ruidosa que nos tiene sometidos me parece inaplazable. Hay que tomar al asalto las emisoras de radio y televisión que difunden el mal y devolver la paz y la salud a los órganos auditivos de la ciudadanía. Hemos de recuperar el control de lo que llega a los oídos de nuestras poblaciones. Ya está bien de ver a los plurinacionales españoles descoyuntándose la pelvis intentando seguir unos ritmos a los que no estamos adaptados por naturaleza. Nadie se lesionó jamás bailando un pasodoble. Detengamos esta invasión, que es la seria, y dejémonos de pamplinas con los turistas. Algún día se descubrirá que buena parte de la memez que nos afecta como pueblo tiene su origen en la contaminación acústica de esta insufrible mal denominada música. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 14/8/2017

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