martes, 7 de abril de 2015

UNIDOS



Me gusta mucho verlos caminando juntos. Tanto que cuando me encuentro con ellos en la calle abandono mi rumbo y los sigo a cierta distancia, discretamente y disfruto de la observación. He estado tentado, incluso, de fotografiarlos de espaldas y captar así esa imagen que tanto me agrada. Y cuando pasan unos días y no los veo por ahí, me inquieto. Es un matrimonio de avanzada, avanzadísima, edad que suele salir a pasear por nuestras calles, aunque con el tiempo tan desapacible que hemos tenido, últimamente se prodigaban bien poco. Siempre van solos, a su aire, con paso lento, dificultoso pero tenaz. Es curioso comprobar cómo la vida los fue inclinando, como esos troncos de los árboles viejos y sabios que resisten encorvados la furia del viento, de modo que él se ha ido venciendo hacia la derecha y ella, hacia la izquierda. El resultado es que ambos caminan juntos, uno al lado de la otra, aferrados a sus respectivos bastones y, vistos desde atrás, componen una curiosa figura, que bien parece como si para mantenerse en pie y continuar la andadura se apuntalasen mutuamente a la altura de los hombros.
Sí. Seguro que muchos de ustedes se darán cuenta de que de un tiempo a esta parte me ha dado por la temática geriátrica. Lo siento. Debe de ser que se aproxima mi cincuenta cumpleaños, no lo estoy procesando demasiado bien y ya me voy fijando en ejemplos que siento cada vez más cercanos. Pero no se alarmen, pues soy consciente de ello y como en el vecindario tenemos una psicóloga, si veo que esto se prolonga, le toco el timbre. Pero, qué le voy a hacer, me emociona ser testigo de las parsimoniosas idas y venidas de esas parejas que llevan medio siglo o más juntas, que han aguantado los embates de la vida, resistido tempestades, soportado desgracias y que hoy, percibiendo la proximidad del ocaso, son capaces de iluminar las calles luciendo su amor cogidos de la mano, unidos en cuerpo y alma, juntos haciendo recados, en el centro de salud, en la farmacia… Dos seres humanos convertidos en una unidad. Una estampa que, pase el tiempo que pase, uno no se cansa de ver. Porque, al final, poco hay más importante en esta vida.

Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 7/4/2015

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