martes, 10 de marzo de 2015

QUIÉN PAGA



Procuro evitar ver las imágenes de infelices cristianos decapitados, homosexuales arrojados desde los tejados, rehenes abrasados, etcétera. No estoy dispuesto a caer en lo que precisamente buscan esas bestias. Porque para eso lo graban y difunden. No me tendrán entre su audiencia, al contrario de tanta gente incapaz de resistirse al morbo enfermizo que causa la contemplación, una y otra vez, del cruel final de vidas humanas inocentes.
Y la gran pregunta sigue siendo la de cómo se financian todos estos salvajes para poder costear viajes, proveerse de tantísimo armamento y disponer de sistemas de información y comunicación de lo más avanzados. Porque todo eso cuesta muchísimo dinero. Y, sin duda alguna, si se lograse estrangular los canales por los que llegan los fondos, ya veríamos cuánto tiempo aguantaban.
Nuevamente, los dedos de expertos en la materia vuelven a apuntar hacia los estados absolutistas del Golfo Pérsico, que están comprando, dicen, su tranquilidad y seguridad a quienes las podrían poner el serio peligro. Porque imaginen lo que sucedería si el llamado Estado Islámico diera media vuelta y pusiera rumbo a Arabia Saudí o a los Emiratos, países dominados por unas jerarquías que han caído rendidas a los encantos occidentales, al lujo europeo y al confort americano. De ser ciertas las sospechas, nos hallaríamos en una situación de locos, haciendo negocios con los mismos que sufragan los atentados en nuestros territorios, amén de las infinitas bestialidades cometidas en Siria, Irak, Yemen y varios países africanos, y consintiendo que los cachorros de los amos del petróleo hagan ostentación de sus inmensas riquezas en Europa, atronando la calle Sloane de Londres o la Jungfernstieg de Hamburgo con sus idas y venidas a bordo de ferraris, lamborghinis, bugattis...Qué colosal chifladura sería luchar contra los que nos quieren matar y acoger con los brazos abiertos a los que pagan para que nos maten. Demencial del todo. 
Obviamente, yo no puedo saber de dónde sale el dinero que está financiando esta salvajada, pero por fuerza ha de ser mucho, muchísimo, y de algún modo se está moviendo. Y si somos capaces, gracias a los ojos artificiales que llenan el cielo, de saber si los granos de trigo ruso prosperan debidamente, tiene que haber forma de identificar a los que están firman los sangrientos cheques. 

Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 7/3/2015

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