martes, 10 de marzo de 2015

GRATIS. O CASI.



Se dice, y con razón, que la corrupción, por sí sola, prácticamente no resta votos. En Andalucía tienen un tiberio de aquí te espero con los ERE y los cursos de formación, habiendo volado auténticas millonadas que, en principio, estaban destinadas a luchar contra el desempleo. Pues según las encuestas, el PSOE, que gobierna allí desde las primeras elecciones autonómicas, a pesar de todo, volverá a ganar. Y eso que, además, presenta los registros más negativos en casi todas las variables socio económicas. Contra eso poco se puede hacer. Si el pueblo soberano mantiene su confianza en los mismos que, según los números, llevan haciéndolo rematadamente mal desde hace más de treinta años y cree ciertas las afirmaciones de sus tres últimos presidentes, que aseguran que de asuntos turbios ellos no saben ni sospechan, pues hala, a seguir bien.
Por el otro lado tenemos Madrid, la Comunidad Valenciana, Galicia... donde se cuentan por centenares los casos de corrupción en los que aparece algún pepero. Y hablamos de unas cantidades de dinero mareantes. Pues, si bien las encuestas anticipan algunos descensos, no se puede hablar que caídas a plomo, ni mucho menos. Y eso que continúan apareciendo extraños sujetos a los que les toca la lotería hasta ocho veces en dos años. Y así lo reflejan en sus declaraciones de hacienda, como si tal cosa. Y cuela. Toda la vida jugando cada semana y lo más que he rascado ha sido algún reintegro y a estos tipos les cae el gordo cada vez que compran un décimo. Al saber llaman suerte.
Y en Cataluña, a pesar de que Mas está haciendo cuanto puede para estrellar a su partido, hemos de reconocer que, por lo general, a los ilustres imputados que últimamente tanto visitan parlamentos y juzgados, no se les está haciendo la vida imposible. Incluso hay quien los aplaude.
En fin, que hay conductas que, pese a causar un gran escándalo, a la hora de la verdad salen casi gratis. Como la de Celia Villalobos dándole al Candy Crush en horario laboral. Ahí está, inamovible, sabedora de que el alboroto no dura más de una semana. Lo mismo que una gripe normalita. Y es que parece que al común de los españoles le basta con el griterío, dejando de lado la exigencia de responsabilidades.

Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 10/3/2015

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