miércoles, 1 de febrero de 2012

UN AÑO EN BLANCO

Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Un partido recién fundado, compuesto por rebotados de otras formaciones, que en cuatro meses gana unas elecciones, no está en condiciones de gobernar, de ocupar razonablemente las parcelas de poder pues aún carece de estructura y de organización humana preparada para afrontar semejante tarea en tan poco tiempo. Un individuo que jamás se caracterizó por sus habilidades negociadoras ni por su flexibilidad, difícilmente es capaz de alcanzar acuerdos, a pesar de gobernar en minoría. Las dos resultantes de una gresca más personal que política lo tienen muy complicado para entenderse. Tal milagro sólo podría producirse en el supuesto de que la inteligencia, el sentido común y de responsabilidad y el amor a una tierra prevalecieran sobre intereses más bajos. Y visto el pelaje de los contendientes en esta batalla, no hay milagro que valga.
Foro Asturias ganó. Por poco, pero ganó. Y ha pretendido que esa victoria no dejara de escocer a los derrotados, aunque olvidando lo apretado del marcador, la exigua diferencia. El PP asturiano, cuya incapacidad política está acreditada a lo largo de los años, ha permitido que Cascos se fuera desangrando como consecuencia de sus propios errores. Hoy, una leve presión sobre el cuello es suficiente para conducirlo a la asfixia. Y, esperan ellos, la gran marea pepera a nivel nacional hará el resto.
Entre tanto, lo malo conocido, el PSOE, asiste al combate y su desenlace preparado para abrir el zurrón y recibir de buen grado los votos de sus indignados, esos que se fueron el año pasado con el cabreo casquista, pero que ahora es posible que retornen, visto lo visto. Javier Fernández tiene razón: las dos veces que la derecha gobernó en Asturias, la cosa acabó como el rosario de la aurora. Y la primera de ellas, con los socialistas de nuevo en el poder, no lo olvidemos. Esta puede ser la segunda.
Porque, miren que lo malo conocido es malo. Malo es poco: pésimo. Pero Foro y PP están empeñados en ser peores aún. Y, entre tanto, hemos pasado un año en blanco, desgobernados, en el momento más inoportuno para enfangarnos en crisis políticas.


Publicado LNE 01/02/2012

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