martes, 12 de julio de 2016

NOCHE DE VERANO



Con las ocurrencias de mi cuñado estábamos de carcajada en carcajada. Por fin, una auténtica noche de verano, cálida y amable. Y “Los Desorientaos del Caburniu” la disfrutamos ocupando una terraza mierense. Qué bien se está cuando se está bien. Y qué gusto da sentir el verano en contacto con la piel. Y con la mente. Entonces me dio por levantar la cabeza para observar los edificios y allí, tras una ventana, entreví la figura de un anciano, semioculto en la oscuridad de la habitación. Quién sabe, pero cabía la posibilidad de que nuestras muestras de alegría fueran la causa de que aquel hombre estuviera despierto. Lo bueno para unos es lo malo para los otros. Algo que, la verdad, si fuéramos un poco más considerados unos con otros, podríamos evitar o, al menos, atenuar. No es más que pensar un poquito en los demás. Que no significa que, para no molestar, haya que estar como en un funeral. No, no es eso. Se trata de tener presente al prójimo, de pensar que ahí, en el lugar en el que nos divertimos, puede haber gente mayor que necesita reposo, niños pequeños que han de dormir, enfermos a los que el ruido de la calle perturba. Y actuar en consecuencia. Porque nuestra diversión no se verá perjudicada por bajar un poco el tono de voz, ni los chavales lo pasarán peor por no pegar esos balonazos contra las fachadas. Y si se baja el volumen de los televisores de los locales, mejor. Y si se dejan libres los pasos a los portales, estupendo. En definitiva, si evitamos molestar innecesariamente todos saldremos ganando. Disfrutar no ha de conllevar necesariamente que alguien vea deteriorada su calidad de vida. Y el que no entienda algo así no tiene más que ponerse en el pellejo del prójimo. Qué agradable es que te rompa el sueño el jolgorio de la calle o los acelerones de un coche. Cómo nos gusta que nuestros bienes se vean afectados para que otros se lo pasen bien. Cuánto apreciamos no poder abrir las ventanas, que el portal esté sucio, que haya marcas de pelotazos en nuestra pared. Nos encanta, ¿verdad? Pues eso.  

LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas 12/7/2016

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