miércoles, 11 de febrero de 2015

NADA PERSONAL



Pero, vamos a ver: ¿Qué tiene de extraño que haya tantos españoles practicando la evasión de capitales? Esto ha pasado toda la vida. Es algo innato. Con la histórica inestabilidad española, desde que existen los paraísos fiscales y las cajas fuertes a prueba de cambios de régimen, el que pudo puso parte de su fortuna a buen recaudo. Porque España nunca inspiró confianza al dinero. En las repúblicas, en la Guerra, cuando Franco estiraba la pata, tras el 23-F, cuando ganó Felipe, en los años burbujiles de maletines que no cerraban de tanto dinero negro, cuando estuvimos a un paso del rescate, salieron billetes, oro, joyas y de todo con rumbo al secreto bancario. No es broma, que yo conocí a una persona de muy alto rango, con una formación académica sensacional y que hoy continúa ejerciendo su profesión con gran tino, que al día siguiente del triunfo del PSOE en el 82 corrió al banco y se llevó hasta el último duro que tenía depositado, porque estaba convencido de que se lo iban a quitar. Y es que el español lleva incorporada en el código genético una alerta de “estos me la van a armar y me veo con el culo al aire” que le hace pensar que cada vez que se produce un cambio, sus ahorros corren peligro. En consecuencia, el ciudadano de a pie saca el dinerillo de la cuenta y lo guarda en la lata de galletas. Pero los potentados se lo llevan a Suiza, una nación que, por acuerdo internacional, es intocable, de modo que su sistema bancario sea sinónimo de estabilidad y seguridad.
Pero no crean que el resto del mundo es distinto. Si así fuera, no existirían tantos paraísos fiscales. Piénsenlo: ¿Por qué la comunidad internacional consiente su existencia y no tapona los canales de flujo de dinero?
Pilotos finlandeses, cantantes suecos, ciclistas italianos, músicos británicos, tenistas alemanes, buscan acomodo para sus ingresos en lugares más confortables. Y, como ellos, las grandes fortunas mundiales. Y los líderes de los regímenes más corruptos y criminales. Y si hay que cambiar de país de residencia, se hace. Eso sí, en los momentos de gloria que ondee la bandera natal. Como dicen los matarifes en las películas de tiros, “no es nada personal; son negocios”. 



Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 11/2/2015

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