Mi amigo hace una comparación que me
parece totalmente acertada: lo que pretende el PP, buscando la complicidad del
PSOE, es exactamente lo mismo que se hace en fútbol cuando, por calidad y
preparación, hay pocas posibilidades de derrotar al rival. Si el equipo
contrario mueve rápido y bien el balón, pues campo seco y hierba alta. O, aunque
esté lloviendo, más agua para encharcar el terreno. Si es al contrario, a regar
el césped para que el esférico corra como una posta. Si al rival le gustan los
campos grandes, pues se mueven las líneas para dejarlo casi como un futbolín.
Lo que haga falta para ganar, como decía el gran Luis Aragonés, “por lo civil o
por lo criminal”.
El PP se está oliendo que su posición
de poder absoluto en plazas tan importantes como Madrid y la Comunidad
Valenciana puede peligrar tras las próximas elecciones si las diversas
izquierdas consiguen aliarse –que tampoco es tan sencillo pues no hay peor cuña
que la de la misma madera-. Se pongan como se pongan, la irrupción en escena de
Podemos preocupa mucho y echando números, según van pintando los sondeos, no
hay ninguna garantía de permanencia en la poltrona. De ahí que ahora resulte
esencial la modificación de la legislación electoral de modo que con mayoría
simple quede asegurado el gobierno. Claro, porque cabría la posibilidad de que,
por ejemplo, en Madrid, un pacto entre PSOE, IU y Podemos desalojara a los
peperos de los despachos oficiales. Menudo disgusto. Y en el mismo sentido, si
la iniciativa acabara siendo aprobada, por el resultado de los anteriores
comicios el PP gobernaría en Andalucía. Qué curioso, ¿verdad? Nada se está
hablando de las auténticas reivindicaciones de la ciudadanía, eso de “un hombre
(o mujer), un voto”, que el valor de la papeleta de un extremeño sea el mismo
que la de un catalán, que el sistema deje de privilegiar a los grandes en perjuicio
de las formaciones minoritarias. Esto tiene pinta de que lo que se pretende es
cambiar las reglas de juego en previsión de que las actuales acaben fastidiando
a los que hoy mandan. Hay que trabar el partido para aguantar el marcador. Toca
enfangar el terreno de juego.
Publicado en LNE de Las Cuencas el 4/7/2014
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