Bueno, más vale tarde que nunca, van
poco a poco ingresando en prisión los malhechores que nos dejaron España como
un solar. Que deberían ser muchos más, sin duda. Que se han ventilado como
exclusivamente políticas responsabilidades civiles y penales, parece claro. Que
hay demasiada gente que se va a ir de rositas habiendo participado directamente
–y obtenido inmensos beneficios- en la macroestafa al pueblo español, es un
hecho. Qué le vamos a hacer. Pero al menos nos queda el consuelo de percibir el
inicio el desfile de condenados con destino a las prisiones. Algo es algo. Con
una lentitud exasperante, sí; con unas penas en ocasiones ridículas en relación
a la magnitud de las chorizadas cometidas, también; pero para una ciudadanía
acostumbrada a que eso de que “el que la hace, la paga” no rige para los
poderosos, los actuales ejemplos invitan a la esperanza en una justicia
realmente justa.
El cataclismo de Catalunya Banc nos
ha costado más de 11000 millones de euros, mientras que su consejo de
administración se adjudicaba unas remuneraciones y unas condiciones de
jubilación de ensueño. Eso no es conducta negligente. Es más. Como lo de
Bankia. Como lo de Caja Castilla-La Mancha. Como lo de casi todas las cajas de
ahorros controladas por formaciones políticas. Como lo de las entidades que
comercializaron “preferentes” a todo quisqui. Lamentablemente, bajo el pretexto
de garantizar la solvencia del sistema financiero español, se va a consentir
que la mayoría de esos delitos se vayan al limbo. ¿Imaginan cuánto dinero negro
se pudo mover en España durante los gloriosos años del burbujón? ¿Cuántos euros
eludieron el control fiscal? ¿Cuánto se invirtió en la compra de voluntades?
¿Cuánto hemos pagado los españoles por encima del precio real? Un estado que
mantuviera la justicia en el primer puesto de su ideario no dudaría en agarrar
la escoba y hacer limpieza a fondo, sentando en el banquillo a los autores y
cómplices del monumental fraude.
Cierto que desear el mal ajeno no es
propio de personas de buen corazón. Y que la cárcel para algunos de estos
pájaros no nos devolverá lo robado. Pero una leve sensación de que se está
haciendo justicia, aunque sea mínimamente, gota a gota, alivia la pesada carga.
LNE de Las Cuencas 30/7/2014
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