jueves, 23 de enero de 2020

EL MALDITO RADAR



Tenemos al vocal de movilidad hecho un basilisco desde que se enteró por LA NUEVA ESPAÑA (por dónde si no) de las ilegalidades del radar colocado a la salida del túnel de La Bolgachina. Como no le devuelvan, con intereses, el dineral que lleva pagado en multas y el saco de puntos perdidos en ese tramo, está dispuesto a demandar a Tráfico, a la Benemérita, a la demarcación de carreteras, al Arzobispo de Oviedo y hasta a la OTAN. Cada vez que pasaba por allí, zas, foto al canto. Y ahora resulta que el puñetero radar no está donde dice que está y retrata más allá del trecho con la velocidad limitada. Qué cabrito. En la tertulia intentamos hacerle ver que por debajo de 90 km/h no había riesgo de sanción pero desistimos, pues se niega a circular a una velocidad tan ridícula en pleno siglo XXI. “Ni en la cochera aparco a menos de 90”, nos espetó, por lo que lo dejamos por imposible.
Bueno, pues ahora se le están abriendo las puertas del cielo y cabe la posibilidad de que recupere el capital que fue dejándose en ese punto kilométrico. De hecho, en casa tiene una lata de galletas repleta de notificaciones de Tráfico aguardando la hora de tomarse su cumplida venganza. Y parece que ese tiempo se aproxima. Del mogollón de multas mal impuestas, dos terceras partes corresponden a nuestro vocal, al que las idas y venidas a los polígonos de las afueras de Oviedo le salen a precio de oro.
Pero lo peor de todo, sin duda, es el daño moral ocasionado por el trapacero detector. No en vano, cada carta certificada le costó a nuestro vocal un par de noches de expulsión del lecho matrimonial. Y han sido muchas cartas. Muchísimas. Exactamente la mitad que las noches acurrucado en el sofá. Pero ahora, gracias a la revelación de las trampas del maldito radar, pretende darse el gustazo de la revancha. Que se sepa, la mujer ya pidió asilo a casa de su madre.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 21/1/2020

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