miércoles, 18 de diciembre de 2019

LO INAPLAZABLE



Tienes razón, querido amigo: no deberíamos sentir tanto orgullo por el éxito de las campañas de recogida de alimentos. Porque es bochornoso que haya gente sin ellos. No me entiendan mal, por favor, porque la generosidad es un valor humano imprescindible, pero una sociedad que convive naturalmente con unas desigualdades cada vez más acusadas no es una sociedad justa ni sana. Parchear la pobreza con donaciones puntuales no debería alejarnos del auténtico y dramático problema: hay millones de españoles y de residentes en nuestro país que viven miserablemente. Y España, como país, tiene la obligación de poner remedio. Esto es insostenible y no se resuelve con propinas.
Me enferma que gastemos tantas energías y recursos en idioteces y en inacabables discusiones sobre los diversos modos de ostentar el poder, a trozos, de modo unitario, coronados o descoronados, con las que no hacemos más que aplazar las urgencias. Y la erradicación de la pobreza es una tarea que no puede demorarse más. Comencemos por sanear los cimientos y ya iremos viendo qué diseño le damos al edificio. Dense cuenta de que, por ejemplo, mientras la chavalería se divierte atacando a la policía en las calles de Barcelona con la excusa de la exigencia independentista, justo al lado, los callejones, los cajeros automáticos, los portales, están ocupados por los que no tienen nada, los olvidados, los abandonados, los que no merecen pancartas ni soflamas. 
¿Por qué no comenzamos por ahí? Tenemos niños mal alimentados, ancianos que no pueden pagar la calefacción, familias enteras que dependen de la beneficencia, gente sin techo y techos sin gente. Imaginen cuánto les importan las negociaciones políticas, los nacionalismos o la jefatura del Estado. Tienen hambre y frío, sus bolsillos están vacíos y un futuro negro como el azabache. 
Es una vergüenza que una sociedad se proclame desarrollada mientras la Iglesia y las organizaciones solidarias no dan abasto intentando taponar la enorme y sangrante herida de la injusticia. Nuestra clase política ha de poner los pies en la tierra y remangarse para atender las auténticas necesidades de este país. Y exigírselo es una obligación ciudadana.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 11/12/2019

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