miércoles, 9 de enero de 2019

DIRECCIÓN CONTRARIA



Me cuenta una profe lo alarmada que está por lo que escucha a sus alumnas de 13 y 14 años. La estética de los raperos yanquis y los reguetoneros latinos ha alcanzado el grado de mentalidad y modo de interpretación de la vida. Los maromos, como en los vídeos musicales, son los que mandan, los que chulean, los que exhiben poder. Y las chicas se muestran contentísimas en su papel subalterno de enseñar carne y contonearse al ritmo que marca el “pavo”. Y me habla de que muchas se dejan controlar por los chicos, que les revisan los móviles “porque me quiere”, “porque soy suya”. Aún no son quinceañeras y vaya panorama se les presenta. Es paradójico que, nacidas y crecidas en libertad, rodeadas de información y de buenos referentes en los que fijarse, caen rendidas ante el poder de unos proyectos de varones de vaqueros colgando y gorra hortera. Y para los profesores ha de ser de lo más desmoralizador. ¿Qué más puede hacerse para que comprendan que la lucha por la libertad e igualdad se va irremediablemente al garete si las féminas del futuro caminan en la dirección opuesta para retroceder el camino avanzado por sus mayores? Yo no soy padre y, aún así, siento escalofríos sólo de imaginar a mi hijita gobernada por un mozalbete calzoncillero que le dice lo que tiene que hacer, con quién estar, cómo vestir y qué decir. Probablemente, el hospital sería su siguiente destino. Y el mío, la trena. ¿Qué está fallando en los hogares? ¿Por qué la nieta renuncia a las conquistas iniciadas por la abuela y avanzadas por la madre? Por desgracia, la mayoría de los ídolos infantiles y juveniles de la actualidad no son precisamente ejemplares. Tanto ellos como ellas hacen fortuna sobre mensajes e imágenes primitivos y muy alejados del destino al que, se supone, queremos llegar como sociedad. Es de lo más inquietante que un docente de hoy cuente experiencias que jamás conocí en mis años escolares.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 9/1/2019




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