lunes, 15 de mayo de 2017

PIAZZALE ROMA



Amontonados en el vaporetto con dirección al Piazzale Roma viajamos decenas de seres humanos de todas las razas, creencias y nacionalidades posibles. Desde el hueco de la embarcación en el que encontré un buen punto de apoyo observo hombres y mujeres, blancos, negros, asiáticos, cobrizos, árabes, altos, bajos, gordos, flacos, pálidos, morenos, rubios, rizosos, calvos, de todo. El mundo resumido en el sobrecargado vaporetto que cruza el Gran Canal en zigzag, deteniéndose bruscamente en cada parada flotante. A pesar de la estrechura del trance, me interesa la escena y busco miradas recelosas o gestos de desagrado de unos hacia otros. Y no los hallo. Son las nueve y media de una tarde que quiere ser noche, vamos todos cansados, con ganas de llegar a nuestros alojamientos al otro lado de la laguna, dar tregua a los pies y reponer energías. Y el trayecto es la viva imagen de la convivencia necesaria entre quienes estamos unidos por un destino común. Tal como debería entenderse nuestra existencia sobre este planeta. Nos apretamos, abrimos paso cuando alguien se dispone a subir o bajar y nos comportamos con la flexibilidad suficiente para llegar razonablemente bien al final del trayecto. Nadie es más que nadie a bordo del barquichuelo bamboleante. Ningún sentido tienen los empujones ni las reclamaciones territoriales. Finamente, el curso del agua gira a la derecha. Nuestro vaporetto, con la preferencia sobre otras embarcaciones que le otorga su envergadura, cruza decididamente el Canal hacia las tenues luces de la parada del Piazzale Roma. Todos sentimos nuestro destino más próximo. Tras un último golpe, se abre la vía de salida y abandonamos la nave en orden, sin entorpecernos unos a otros, sin avasallarnos. Y, una vez en tierra firme, el conjunto se dispersa en paz. A partir de ahí, cada cual calmará la sed y el hambre a su manera y descansará como mejor pueda. Cada uno despedirá el día a su modo. Y casi todos nos prepararemos para, a la mañana siguiente, hacer coincidir nuestras existencias a bordo de un inestable vaporetto que nos sacude, agita y golpea a lo largo de la sinuosa ruta. Como la vida misma. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 13/5/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario