miércoles, 5 de abril de 2017

RESPONSABILIDAD




¿Se dan cuenta de que nadie asume su responsabilidad? Es como si jamás hubiéramos salido de la más tierna infancia, del “yo no he sido”. Qué difícil es encontrar a alguien que reconozca que se equivocó, que hizo algo mal, que metió la pata, que podría haber sido más diligente. La culpa es huérfana de padre y madre. Y las que más ejemplares deberían ser, las instituciones públicas, las administraciones que rigen nuestros destinos, son las primeras a la hora de escurrir el bulto, a menudo de manera grosera y vergonzosa. Retuerces el tobillo al pisar sobre una baldosa traidora de una acera descuidada y ¿qué te dice el ayuntamiento cuando reclamas? Que no, que haberte fijado mejor. Y en esos casos –afortunadamente los menos- en que el paciente entra en el hospital relativamente chungo pero sale como para llevarlo al desguace, ¿qué te responden? Que no, que todo marchó como la seda, que lo hecho fue correcto, que mala suerte. Y si un inocente acaba con los huesos en la cárcel o el culpable entra por una puerta y sale por la otra, ¿quién asume el error? Nadie, por supuesto. ¿Qué error? Son cosas que pasan. Hay buenos con pinta de malos y viceversa. Y si te pegas un porrazo de tomo y lomo en una carretera que resbala como el cristal en cuanto caen cuatro gotas, ¿cómo lo justifican? Pues que es culpa tuya por pasar por ahí. Y si el niño vuelve del colegio todo magullado y con la ropa hecha jirones, ¿qué alega la dirección? Que eso, de haber sucedido, no ocurrió allí. Siempre la negativa por delante. Y si quieres que se haga justicia y que dejen de considerarte un cuentista mentiroso, gástate el dinero, métete en pleitos y cruza los dedos para ver si dentro de un lustro consigues que te den la razón. Y, claro, el estado de irresponsabilidad general ha ido extendiéndose a los demás ámbitos de la vida. A la familia, a lo que contratas, a lo que consumes, a prácticamente todo.  Oiga, que su hijo es su responsabilidad. Y su perro. Y su coche. Pues como si nada. Yo no sé. Yo no asumo. Yo no apechugo.  

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 2/4/2017

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