jueves, 2 de febrero de 2017

TE LO DIJE



En 2014 ya titulé así una columna, pero es que hay ocasiones en que la expresión le va al pelo. Porque mi santa madre lleva advirtiéndome desde hace unos cuarenta años de que no mordisquee los padrastros que salen en los dedos. Y llevo cuarenta años desoyendo sus admoniciones. Hasta que el otro día, una vez más, se me fue la mano o, mejor dicho, el diente. Horas después, el dedo gordo estaba como un tomate. Al día siguiente, como una berenjena. Y al tercer día, cuando apareció una preocupante tonalidad entre amarilla y verdosa, recogí la vergüenza que tenía desperdigada por casa y concerté cita con mi médico. A todo esto, a lo largo del proceso de putrefacción dactilar mi madre no cesó ni un instante en el reproche de tan insensata acción y en manifestar la conveniencia de que el estrago recibiera atención facultativa. Te lo dije. Total, diagnóstico: infección. La enfermera, que me reconoció ser una consumidora habitual de sus uñas, logró aliviar la inflamación, aparatoso vendaje y una semanita de antibióticos. Te lo dije. Pero, ¿qué pasa con los antibióticos? Pues que van muy bien para las infecciones, aunque pueden llevarse la flora intestinal por el sumidero. Y así fue. Una semana de seguidillas. Y la desembocadura, como el estanque de los patos. Te lo dije. Que te dejes los dedos tranquilos. Ahora no puedes ni sentarte. Te está bien empleado por no hacer caso a tu madre. Mamá, esto pica, duele, palpita, hace de todo. No te cebes. ¿Cuántas veces te dije que no te mordieras los dedos? No lo sé. Pues yo sí: diez millones. Bueno, pues una sola infección de diez millones de avisos tampoco es que sea como para venirse arriba. Verás el sartenazo que te va a caer. Las madres por algo somos madres, porque anticipamos lo que va a suceder. Te arrancaste el padrastro a lo burro y ahora tienes el objetivo Birmania como una sopa de cocido. Eso es por el antibiótico. ¡Por echar el diente donde no debías! Te lo dije. Mamá, el plan era que me consolases. Cuando me hagas caso. Te hago caso. ¡Esas manos! Ahí va el sartenazo. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 2/2/2017

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