lunes, 13 de febrero de 2017

DOLOR Y HUMILLACIÓN



Soy un orgulloso hijo del cuerpo de la medicina pública española y cada vez que aparecen noticias de quejas contra el personal sanitario de nuestro sistema de salud no puedo evitar sentirme herido. Por ser hijo de mi padre, he estado siempre muy próximo a los hospitales y conocido a su gente. Y, como en botica, hay de todo: buenos, malos, vagos, trabajadores, groseros, educados, chapuzas, profesionales… si bien creo que si en este país aún queda algún motivo de orgullo, ese es su sistema de atención sanitaria, que tiene a su personal como elemento esencial. Por ello, cuando alguien denuncia haber sufrido menosprecio y humillación por parte de un médico algo dentro de mí se agita. Porque es posible que lo lleve a la exageración, pero entiendo que si hay una profesión sagrada en esta vida, esa es la de médico.
Siendo chavalete tuve que ser intervenido quirúrgicamente de una lesión en la columna. Entre pitos y danzantes, casi un año de tratamiento. Pues tras haber pasado por decenas de manos, ser estudiado por unos y otros, atendido de maravilla por decenas de personas, hoy, siete lustros más viejo, aún tengo fresca en la retina la cara del imbécil que se burló de mí por quejarme de dolor. Él supuso que era por debilidad de carácter, hasta que tocó mi pierna izquierda y se dio cuenta de que la última inyección había afectado a un nervio. Y dolía. Vaya si dolía. De aquel largo trance, en el que en varias ocasiones las pasé canutas, porque así eran las cosas entonces, sólo guardo buenos recuerdos de las personas que me trataron. Con una excepción: la de aquel médico majadero al que tuve la suerte de no volver a ver jamás. Porque me sentí humillado cuando necesitaba ayuda. Porque prefirió burlarse a creerme. Y eso duele más que un nervio pinzado por una inyección. El amor y el respeto que siento por la medicina pública, por la bata blanca y el pijama verde que durante cuarenta años vistió mi padre, hacen que se me revuelva el estómago al leer que una chica que padece intensos dolores de espalda denuncia el trato despectivo de algunos médicos de urgencias. Y vuelvo a ver la cara de aquel cretino.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 13/2/2017

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