martes, 26 de julio de 2016

DOS POR UNO



El tío Darío tenía una memoria estupenda y un baúl enorme cargado hasta los topes de recuerdos. Y una voz como la de los antiguos oradores, entonada, teatral. Por ello, en aquellos frescos atardeceres veraniegos, cada vez que se ponía a contar una historia nos dejaba a todos en silencio, embobados. Eso sí, como era dado a irse por los cerros de Úbeda y tomar las salidas laterales cuando el relato llegaba a las rotondas, ahí estaba su esposa, la tía Pilar, con tan buena memoria como él, para guiarle de nuevo a la carretera principal y así no perderse ni perdernos. Y eran historias interesantes de personajes saldañeses, de prebostes palentinos, de mandamases castellanos e, incluso, de personalidades madrileñas a las que conoció en los tiempos de Maricastaña. Pero lo contaban de tal manera que, aún sintiéndonos muy lejos en el tiempo de aquellas anécdotas, nos picaba la curiosidad y éramos incapaces de retirarnos sin llegar al final. 
El caso es que en aquellas macro reuniones familiares, cada vez que el tío Darío se arrancaba, la tía Pilar iba desbrozando y centrando el relato, con la extraordinaria habilidad de no interrumpir ni incomodar. Yo conduzco y ella me guía. Porque todos necesitamos a alguien que nos ayude, que nos avise de que nos salimos del carril, que subsane nuestras carencias y nos complemente las virtudes. Solos somos poca cosa. Casi nada. Pero en unión de otros, crecemos exponencialmente.
Tras un gran hombre siempre hay una gran mujer. Y viceversa. Cuatro ojos ven más que dos. Cuántas sentencias relativas a la importancia de ser más que uno. Porque tendemos a creer que uno solo puede, que no necesita a nadie, que se vale por sí mismo, que es absolutamente independiente. Sin embargo, al final, si no te complementas, si no compartes, si no ves a través de otros ojos, la unidad queda incompleta. O no alcanza a ser todo lo que podría. 
Sin la tía Pilar, el tío Darío habría seguido siendo un inmenso pozo de recuerdos mal trenzados. Los dos juntos creaban hermosas películas cada vez que alguien tocaba el timbre de sus memorias.

LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas 22/7/2016

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