lunes, 27 de octubre de 2014

EL AVISPERO




Nos estamos volviendo locos, si no lo estamos ya. La crisis del ébola es buena muestra del avispero en que se ha convertido este país, en el que llevar una vida normal se hace cada día más difícil. El alboroto es de tal magnitud que resulta prácticamente imposible asistir a este dramático trance manteniendo una mínima objetividad. Al igual que cada español lleva dentro un seleccionador nacional de fútbol, también incorpora un gestor de catástrofes epidémicas. Y abandonando la razón y el sentido común, y siguiendo a pies juntillas las consignas interesadas de unos y otros, ya estamos divididos en bandos, gritándonos sin cesar.
El PP tiene una lamentable ejecutoria en la gestión de las emergencias, lo sabemos. Y con su acostumbrada falta de empatía, se las compone estupendamente para enervar aún más a la ciudadanía. La gran pregunta desde el mismo día de su nombramiento es cómo es posible que Ana Mato sea ministra. De lo que sea, da igual. También somos conscientes de la habitual prepotencia y la nula mano izquierda del gobierno popular de la Comunidad de Madrid. Pero está igualmente demostrado que los momentos más apurados son aprovechados por la oposición para agitar a las masas e intentar recuperar en la calle lo que las urnas le niegan. En consecuencia, como se suele decir, todo junto, gloria.
Una chifladura absoluta cae sobre misionero fallecido, la auxiliar contagiada (que afortunadamente se recupera), el perro sacrificado, las ambulancias, los trajes, los protocolos... Como con el Prestige, el Yak 42, el 11-M. Todo está mal o todo está bien. No hay términos medios. A las barricadas, que rueden cabezas.  Nuevamente, unos contra otros.
Es triste, pero reaccionamos como las ovejas estabuladas cuando perciben la presencia del lobo en los alrededores y presas del pánico se aplastan entre ellas aunque el peligro no llegue a concretarse.
Reconozco mi absoluto desconocimiento sobre el modo en que ha de gestionarse una problema sanitario grave. Por ello, prefiero que los expertos actúen libres de interferencias profanas y procuro estar atento a sus instrucciones. Después, cuando esta crisis se supere, tiempo habrá de analizar lo actuado, denunciar las incompetencias y las meteduras de pata y, sobre todo, de aprender para mejorar. Precisamente, esto último es lo primero que solemos olvidar.


LNE de Las Cuencas 22/10/2014

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