viernes, 8 de junio de 2012

REFERENTES

Es grave que nuestra economía se haya venido abajo. También lo es que los inmobiliarios castillos en el aire se desplomaran. Y que la mitad de la juventud no pueda trabajar. Y que al sistema financiero se le vean las vergüenzas. Todo ello junto supone un problema de formidable magnitud. Sin embargo, a pesar de ello, me parece que el mal que nos está matando es la ausencia de referentes.  La mayoría de las altas instituciones del Estado están manchadas, cuestionadas, bajo sospecha. El olor putrefacto de la corrupción persigue a los miembros más importantes de esta sociedad. El español medio, que en su carrera ha dado un mal paso y está caído en el suelo, hoy mira hacia arriba tratando de buscar esos referentes que den sentido a su esfuerzo para reincorporarse, y lo que ve no transmite el menor estímulo. La monarquía ha perdido su pátina de ejemplaridad; los poderes legislativo y ejecutivo están en manos de la mediocridad y los intereses bastardos; sobre la cúpula del poder judicial también llueve basura. Casi cada día desayunamos con nuevos escándalos, alcaldes procesados, concejales detenidos, cargos públicos salpicados. No hay provincia española libre de corrupción. Y los de arriba aún tienen la desfachatez de reclamarnos patriotismo y amor a España para, así, consentir que nos retuerzan un poco más el pescuezo.
Un estado como el español no es sostenible mientras sus principales instituciones se comporten de un modo indigno. Si los que prometieron solemnemente defender a nuestra nación desde sus diversos cargos de responsabilidad no lo hacen y, lo que es más grave aún, la dañan, merecen ser considerados traidores. Sin embargo, aquí no pasa nada y no se practica ninguna forma de depuración del sistema.
He oído a alguien decir, no sin razón, que quizás lo que ocurre en este país se debe a que los españoles somos así, herederos del Lazarillo de Tormes, tramposos, falsos y dados a la doble moral, la propia y la ajena. Y en consecuencia, tenemos lo que merecemos. A mí me cuesta aceptarlo, aunque las evidencias son cada día más.
Dense cuenta de que, como referentes admirados, nos hemos quedado sólo con los deportistas. Lo demás o está sucio o no le interesa a nadie. 


Publicado LNE 7/6/2012

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