Se nos agotaron las reservas de las lentejas que solemos adquirir en Saldaña y hubo que recurrir al supermercado. ¿Cuáles? Pues éstas, las de una marca de inequívoca asturianía. Todo por la patria. Ya en la cocina, me dio por leer el texto impreso en el paquete. Horreur. Mi patriotismo por el sumidero. Esa marca de nombre tan asturiano tiene su sede en León. Bueno, tampoco es para tanto. Hay una historia común nada despreciable. Además, si se trata de lentejas, las del campo leonés son excelentes. Entonces cometí el error de seguir leyendo. Orígen EEUU. ¿Cómo? ¿Acabo de comprar lentejas norteamericanas? Pues parece que sí. La señora del traje regional del envase no es más que un reclamo.
¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo pretendemos frenar la despoblación de la España interior si ni siquiera explotamos sus propiedades agrícolas?
Arrebatado, fui a la despensa a hacer más comprobaciones. Las legumbres proceden de América, tanto del Norte como del Sur. Los espárragos son chinos. Los guisantes, bolivianos. No tenemos prácticamente nada producido en España. Insisto, ¿qué estamos haciendo? ¿Hemos renunciado a aprovechar las bondades de una tierra que siempre se mostró generosa? Qué error tan grande. El sector primario de la economía es la base que sustenta lo demás. Porque, por mucho que se desarrolle la humanidad, seguimos necesitando comer. Además, dejar de cultivar nuestros campos significa hacernos dependientes de los alimentos producidos por otros, lo cual no deja de ser un peligro cuando vienen mal dadas. ¿Qué hacemos con todo ese espacio que hay entre una ciudad y otra, eso que antiguamente se conocía como “el campo”? ¿Nada? ¿Dejamos que se vacíe?
De seguir así, los españoles acabaremos apiñados en unas cuantas poblaciones y consumiendo sólo lo que viene del extranjero. No parece muy conveniente.
Fíjense: hemos conseguido que casi nadie quiera ser agricultor o ganadero. Ya prácticamente no quedan pastores ni vaqueros. Donde antes hubo vida, familia, actividad y economía hoy sólo queda una historia que se va difuminando. Eso sí, tenemos miles de universitarios urbanitas malviviendo como reponedores, teleoperadores, repartidores… ¿Qué estamos haciendo?
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 30/1/2020