jueves, 23 de febrero de 2017

MAFIOSO



Mafioso. No es precisamente un calificativo amable para describir a un presidente autonómico. Por más que uno pretenda rectificar a posteriori, ahí queda eso: mafioso. Con todas las letras. Y en plena sede parlamentaria. Un término que, como suele ser habitual en esta tierra, caerá en saco roto. Y algo irrelevante a nivel nacional, ahora que la gestora socialista de Ferraz ya quedó eclipsada por los gallitos candidatos a la secretaría general. Por eso, dejémoslo estar. No menearlo. Y es que el partido que respalda a nuestro presidente, así como su sindicato adjunto, están mezclados en asuntos muy poco claros. “Presunción de inocencia”, exige Fernández. “¿La misma que usted y los suyos concedieron a Villa?”- pregunta Ripa. Y es que el podemita es incisivo. Tocado. Porque al jefe de la banda, ya mayor y con los cables pelados, le dieron la patada sin derecho de defensa. Ni acusación, ni sentencia, ni presunción, ni leches. Ahora que, por fin, nos atrevemos con él, abrid la puerta y a la cuneta. Pero para el resto del tinglado, que aún siendo Asturias una comunidad pequeña, parece tener una dimensión fenomenal, más presunción de inocencia. Nada de mafiosos hasta que se demuestre lo contrario. Y, entre tanto, los enemigos íntimos, PSOE y PP, a bloquear y entorpecer las investigaciones cuanto sea posible. Son muchos años de relaciones. Escarbar en el pasado podría ser muy doloroso. Un daño innecesario. La basura que ya está a la vista no tiene remedio. El crimen organizado de Valencia y Madrid ya no hay quien lo tape. Es más, comienza a estar amortizado. Pero tirar de la manta en Asturias sería una insensatez. Es poner el Principado a los pies de Ripa y su tropa. Con un censo electoral de sangre caliente, que ya votó a Cascos en un arrebato de furia, un peligro para todos. Porque dudo que entiendan qué se ha venido haciendo aquí durante tanto tiempo. Y a beneficio de quiénes. Muchos nombres, muchos cargos, muchos duros, muchos ámbitos; bueno, todos los ámbitos. Del viejo y apestado capo nadie quiere saber nada; pero la herencia de los gloriosos tiempos del puño de hierro, ¡ay, la herencia!, eso es harina de otro costal.   

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 21/02/2017

lunes, 20 de febrero de 2017

COMO UN SUSPIRO



Mi compañera Silvia me recuerda que ya transcurrió un año desde que nos iniciamos en esto de la coordinación del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. Un año como un suspiro. Como un parpadeo. Un año que pasó volando. Tanto que comprobé en el ordenador si realmente era así. Y lo es. 
Cuántas veces me dijo mi abuelo que, llegados a una edad, la vida parecía acelerarse y los días se descontaban sin apenas haber prendido en el calendario. Y en verdad, vaya si corre el tiempo. Hace un par de días asistí a una charla en la que intervenía un médico especialista en oncología infantil. Me crucé con él en un pasillo y no lo reconocí. Porque no parecía un médico. Porque, por principio, hasta hace bien poco –o eso es lo que uno cree- el médico siempre era mayor que yo. Y este es un chaval, casi un niño. Pero es oncólogo y con experiencia. Luego ya no es un chaval. Es cuando la realidad te obliga a cambiar de perspectiva: si ese individuo hecho y derecho te parece un chico es porque tú ya vas teniendo más años que la orilla del río. Porque tu reloj avanza a una velocidad fulgurante. Como cuando entras en los juzgados y a la abogada contraria sólo le falta el uniforme del colegio de las monjas. ¡Pero si parece una niña! ¡Cómo va a haber cursado una carrera universitaria, obtenido un título y ejercer una profesión! Porque de niña no tiene nada. Son mis ojos, que aún no se acostumbraron a mirar desde la edad que señala mi partida de nacimiento. Y, claro, acto seguido el interrogante es: ¿Y cómo me verán ellos a mí? Pues cómo me van a ver, como yo veía hace tres parpadeos a los cincuentones. Porque soy un cincuentón. Y me sucede lo que mi abuelo advirtió: mi vida, que antes andaba y después trotaba, hoy ha echado a correr a ritmo vertiginoso. 
No me extraña que haya tantos pacientes alarmados por la extrema juventud de los médicos que les atienden. Porque podrían ser sus nietos. Y sus nietos hace suspiro y medio jugaban en la playa con un cubo y una paleta. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 18/2/2017

miércoles, 15 de febrero de 2017

A BUENAS HORAS



La tertulia del contenedor volvió a reunirse el domingo por la noche y en la mente de todos estaba el reportaje publicado en este periódico sobre el presente de las comarcas mineras francesas. Anda que no hay diferencia. Pero, claro, ellos contaban con una ventaja insuperable: la anticipación. O sea, que viendo venir el problema, que, nos pongamos como nos pongamos el carbón jamás volverá a ser lo que era, ni mucho menos, se pusieron a trabajar en el diseño de una sociedad post minera. Y llegó el dinero, como llegó aquí. Pero ellos ya tenían las ideas claras y los planes en marcha. Tecnología, ecología, patrimonio industrial como reclamo turístico… Y hoy son capaces de vivir de ello. A buenas horas nos enteramos de que el secreto del éxito era la previsión. Eso se avisa. Hay miembros de la tertulia que aún están convencidos de que el tuntún es un sistema económico de reconocida eficacia. Porque al tuntún se hicieron aquí las cosas. A golpe de ocurrencia. Y como a los ocurrentes no había más remedio que seguirlos a pies juntillas, pues aquí estamos, con estos pelos. Además, menudos éramos, como para aceptar sugerencias. Que iban a venir de fuera a decirnos lo que había que hacer. Ni en sueños. 
¡Pues anda que convertir una escombrera en Patrimonio de la Humanidad! Estos franceses tienen una jeta que se la pisan.    
En esto llegó el vocal tercero de la tertulia, que fue el único que aportó algo positivo al debate. “Sí, sí, todo muy guapo. Lo que queráis decirme. Pero estuve investigando y os voy a decir una cosa que va a dejaros planchados: ¿Sabéis cuántos bares tienen allí? No llegan ni a la décima parte de los que tenemos nosotros. A ver ahora, ¿quién sigue pensando que ellos lo hicieron mejor?” Un argumento demoledor que nos devolvió a todos la sonrisa y la paz de espíritu. Manía de ver lo de los demás siempre mejor que lo nuestro. Y, con las mismas, liberados de la basura y de la congoja producida por el reportaje, cruzamos la calle y entramos en el bar de enfrente a celebrar las conclusiones del debate. Algo impensable en Francia. Y sin necesidad de anticipación. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 14/02/2017

lunes, 13 de febrero de 2017

DOLOR Y HUMILLACIÓN



Soy un orgulloso hijo del cuerpo de la medicina pública española y cada vez que aparecen noticias de quejas contra el personal sanitario de nuestro sistema de salud no puedo evitar sentirme herido. Por ser hijo de mi padre, he estado siempre muy próximo a los hospitales y conocido a su gente. Y, como en botica, hay de todo: buenos, malos, vagos, trabajadores, groseros, educados, chapuzas, profesionales… si bien creo que si en este país aún queda algún motivo de orgullo, ese es su sistema de atención sanitaria, que tiene a su personal como elemento esencial. Por ello, cuando alguien denuncia haber sufrido menosprecio y humillación por parte de un médico algo dentro de mí se agita. Porque es posible que lo lleve a la exageración, pero entiendo que si hay una profesión sagrada en esta vida, esa es la de médico.
Siendo chavalete tuve que ser intervenido quirúrgicamente de una lesión en la columna. Entre pitos y danzantes, casi un año de tratamiento. Pues tras haber pasado por decenas de manos, ser estudiado por unos y otros, atendido de maravilla por decenas de personas, hoy, siete lustros más viejo, aún tengo fresca en la retina la cara del imbécil que se burló de mí por quejarme de dolor. Él supuso que era por debilidad de carácter, hasta que tocó mi pierna izquierda y se dio cuenta de que la última inyección había afectado a un nervio. Y dolía. Vaya si dolía. De aquel largo trance, en el que en varias ocasiones las pasé canutas, porque así eran las cosas entonces, sólo guardo buenos recuerdos de las personas que me trataron. Con una excepción: la de aquel médico majadero al que tuve la suerte de no volver a ver jamás. Porque me sentí humillado cuando necesitaba ayuda. Porque prefirió burlarse a creerme. Y eso duele más que un nervio pinzado por una inyección. El amor y el respeto que siento por la medicina pública, por la bata blanca y el pijama verde que durante cuarenta años vistió mi padre, hacen que se me revuelva el estómago al leer que una chica que padece intensos dolores de espalda denuncia el trato despectivo de algunos médicos de urgencias. Y vuelvo a ver la cara de aquel cretino.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 13/2/2017

DISCREPAR



Sí, sí, muy demócratas, pero de boquilla. La directora de un colegio catalán se ha atrevido a testificar que, efectivamente, recibió expresas instrucciones de mantener el colegio abierto para la celebración de una consulta que el Tribunal Constitucional había declarado ilegal. Pero ella entendió que, en su condición de funcionaria de una administración pública española, tenía la obligación de cumplir las leyes y las resoluciones judiciales. Y no accedió. Por ese motivo, por haber actuado en conciencia y, además, por dar su testimonio a requerimiento de los jueces, está recibiendo todo tipo de insultos y amenazas. Porque mientras  vayas con la corriente, todo va bien; pero como se te ocurra discrepar, pasas a formar parte del bando enemigo. Aunque lo componga un solo individuo. Y la declaración de guerra la firman los supuestos adalides de la libertad y la democracia. 
Hay una señora de nacionalidad británica contraria al Brexit que forzó por la vía judicial que la decisión de salida de la Unión Europea tuviera que ser sometida al refrendo del parlamento de su país. Y desde ese día vive protegida por una escolta permanente y no puede salir sola a la calle. Porque ya ha recibido miles de amenazas de muerte. Por manifestar su oposición y exigir que las cosas se hagan conforme a lo estipulado en la ley. Pero como va en contra de la corriente ya se ha convertido en el enemigo. Así de fácil. No hay más que decir que no estás de acuerdo para que te pongan la cruz. Y eso en estados en los que, supuestamente, la libertad y la democracia son intocables. Lo dicho, supuestamente. Porque discrepar conlleva una condena. Recuerden lo que podía significar en las cuencas mineras discrepar de lo que decía Villa. De hecho, no lo hizo prácticamente nadie. Ninguno de sus sucesores, por descontado. Al contrario; su acción más valiente fue el silencio. Hoy, no saben, no contestan. Los independentistas catalanes entienden que todo aquel que no favorezca la consecución de sus fines es un enemigo. Y los radicales del Brexit llaman antipatriotas a los británicos que quieren permanecer en la Unión Europea. Y eso, insisto, en países libres. Cómo será en los otros. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 9/2/2017

miércoles, 8 de febrero de 2017

HABLAR BIEN



El secretario de la tertulia del contenedor nos puso deberes: en la siguiente reunión tendríamos que hablar bien de alguien. La reacción general fue de estupor. ¿Hablar bien de alguien? ¿Es eso posible? ¿Se sabe si en Mieres se ha intentado algo parecido? Y al volver a casa me asaltó otra inquietante pregunta: en el improbable supuesto de que encontremos a una persona de la que hablar bien, ¿en qué medida podríamos perjudicar su vida? Porque, reconozcámoslo, hay pocos momentos más peligrosas que los posteriores a la pública alabanza, ya que si algo divierte a nuestra sociedad es bajar a pedradas de la peana al santo recién elevado. Bueno, pues tres días después nos reunimos de nuevo y, vaya sorpresa, hallamos un candidato idóneo a ser elogiado. El director del parque natural de Muniellos participó en un ligero, amable y simpático programa de televisión de ámbito nacional en el que cantó, bailó, tocó la guitarra y sacudió las caderas frenéticamente. Y por ello, por su espontaneidad y desenvoltura delante de una cámara, unos cuantos carcamales disfrazados de ecologistas exigen su destitución. Bien por el director, un tipo que transmite una imagen moderna y desenfadada que no colisiona con la labor de cuidado del espacio natural. Como si para proteger el medio ambiente hubiera que estar siempre con cara de funeral. Desconocemos qué trastorno mental puede estar afectando a los críticos pero, en fin, qué gran momento perdieron para quedarse en silencio. 
¿Ven qué difícil es esto? Para hablar bien de uno acabamos poniendo a caldo a otros. Como ensayo, no estuvo mal. Pero tan sólo tardamos cinco minutos en olvidar que de lo que se trataba era de hablar bien de alguien. Inconscientemente retiramos al festivo funcionario del primer plano para poner el foco sobre quienes reclaman su caída. Son gotas de sangre en el agua. Un estímulo irresistible. Eso sí, volveremos a intentarlo. Porque tenemos entendido que por aquí cerquita hay gente estupenda, que hace cosas interesantes, que no busca el mal ajeno ni disfruta con él, alérgica a la miseria moral que nos rodea. No va a ser fácil. Pudiendo hablar mal de alguien, ¿por qué hacerlo bien? 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 8/2/2017

lunes, 6 de febrero de 2017

EL RATÓN EN LA RUEDA




Ni un fenómeno paranormal como la irrupción de Trump en la Casa Blanca es capaz de acallar, aunque sea un poco, la matraca catalanista. El cargo político más poderoso sobre la faz de la Tierra, y más allá, ha caído en manos de un sujeto de lo menos recomendable y sus primeras decisiones son en verdad alarmantes, pero España continúa a lo suyo, centrípeta perdida, ocupada en esa autodestrucción que viene trabajándose desde el siglo XIX, con el paréntesis de la dictadura franquista, periodo en el que el furor nacionalista cedió ante el temor a las consecuencias. Porque esto de querer tirar cada uno por su lado no es nuevo. Para nada. Y nos mantenemos en el mismo punto, como el ratón que corriendo en su rueda no avanza ni un centímetro. Un esfuerzo agotador e inútil, al menos para el común de los mortales. Porque ya les dije en alguna ocasión que tengo la impresión de que en este país el negocio radica en la reclamación de independencia, pero no en su obtención. De este tinglado, aunque sea en perjuicio general, viven maravillosamente unos cuantos que, en condiciones normales no podrían ni soñarlo. Porque el patriotismo, si lleva adosados un hermoso sueldo e innumerables prebendas, se ejerce con mucho más entusiasmo. De ahí que, dado el hartazgo que sufro, llego a plantearme la conveniencia de que España se declare independiente de Cataluña. Es por una simple cuestión terapéutica. A ver si así ponemos fin a esta tabarra y descansamos todos de una vez. Y que allá se las compongan con sus clanes y porcentajes. Total, tampoco veo que sea tan grave.
Pero lo verdaderamente insufrible es el griterío, la escandalera, el alboroto diario que motiva el tema en cuestión. Fue morirse Franco y reanudarse la monserga separatista. De mis 51 años, 40 escuchando la misma letanía. Qué pesadez. De ahí la imperiosa necesidad de, de vez en cuando, cruzar la frontera a poner las orejas y las meninges a descansar en el extranjero. Un tratamiento de desintoxicación de la política española. Una política, por cierto, a la que cada día llegan personajes más ineptos y aprovechados. La vida es demasiado valiosa y breve para contaminarla de esta manera. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 6/2/2017

jueves, 2 de febrero de 2017

TE LO DIJE



En 2014 ya titulé así una columna, pero es que hay ocasiones en que la expresión le va al pelo. Porque mi santa madre lleva advirtiéndome desde hace unos cuarenta años de que no mordisquee los padrastros que salen en los dedos. Y llevo cuarenta años desoyendo sus admoniciones. Hasta que el otro día, una vez más, se me fue la mano o, mejor dicho, el diente. Horas después, el dedo gordo estaba como un tomate. Al día siguiente, como una berenjena. Y al tercer día, cuando apareció una preocupante tonalidad entre amarilla y verdosa, recogí la vergüenza que tenía desperdigada por casa y concerté cita con mi médico. A todo esto, a lo largo del proceso de putrefacción dactilar mi madre no cesó ni un instante en el reproche de tan insensata acción y en manifestar la conveniencia de que el estrago recibiera atención facultativa. Te lo dije. Total, diagnóstico: infección. La enfermera, que me reconoció ser una consumidora habitual de sus uñas, logró aliviar la inflamación, aparatoso vendaje y una semanita de antibióticos. Te lo dije. Pero, ¿qué pasa con los antibióticos? Pues que van muy bien para las infecciones, aunque pueden llevarse la flora intestinal por el sumidero. Y así fue. Una semana de seguidillas. Y la desembocadura, como el estanque de los patos. Te lo dije. Que te dejes los dedos tranquilos. Ahora no puedes ni sentarte. Te está bien empleado por no hacer caso a tu madre. Mamá, esto pica, duele, palpita, hace de todo. No te cebes. ¿Cuántas veces te dije que no te mordieras los dedos? No lo sé. Pues yo sí: diez millones. Bueno, pues una sola infección de diez millones de avisos tampoco es que sea como para venirse arriba. Verás el sartenazo que te va a caer. Las madres por algo somos madres, porque anticipamos lo que va a suceder. Te arrancaste el padrastro a lo burro y ahora tienes el objetivo Birmania como una sopa de cocido. Eso es por el antibiótico. ¡Por echar el diente donde no debías! Te lo dije. Mamá, el plan era que me consolases. Cuando me hagas caso. Te hago caso. ¡Esas manos! Ahí va el sartenazo. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 2/2/2017

miércoles, 1 de febrero de 2017

DE FÚTBOL



Vamos a lo que importa: el fútbol. Es ciertamente conmovedor que de un tiempo a esta parte los progenitores de las estrellas balompédicas del futuro se tomen tan a pecho su evolución que incluso lleguen a las manos unos con otros, insulten y agredan a los árbitros y agobien a los entrenadores. Hace tiempo que no voy, pero debe de ser la mar de emocionante asistir a un partido de alevines o infantiles. Qué pasión. Los padres, hechos unos energúmenos, soltando por esas boquitas todo tipo de barbaridades y dándose de mamporros en el graderío. Qué edificante. Qué futuro aguarda a esos niños con unos padres así. Si la cimentación de lo que seremos, de los rasgos esenciales de la personalidad, se produce en el entorno familiar, va a ser digno de observar lo que finalmente saldrá de estos hogares regidos por papás ultras. 
Pero, cambiando de tema, me tiene un tanto preocupado el creciente movimiento favorable a la instauración del videoarbitraje en el fútbol profesional. Es un error. No somos norteamericanos, que todo lo llevan al milímetro. Nuestro fútbol se alimenta de los errores, de las polémicas, del antes y el después de los partidos. Y, en ello, la figura humana del árbitro es básica. Como caminemos hacia la tiranía de la técnica, impersonal, imparcial y, en teoría, infalible, nos cargamos el ingrediente principal por el que el fútbol llega a resultar adictivo: la polémica. Sin colegiados que se equivoquen, sin goles fantasmas, sin fueras de juego que no lo son, sin expulsiones injustas, la salsa futbolera quedará sin lo que le da la chispa, eso que, aunque pique, nos induce a repetir. El fútbol tiene una parte de injusticia que ha de ser preservada. Si cada jugada dudosa, si cada movimiento, gesto o palabra quedan sometidos al escrutinio del ojo que todo lo ve y a un sistema de justicia instantánea, se nos privará del placer de discutir y chinchar sobre aquello de debió ser y no fue. Para qué vamos a gritar ¡penalti! si hay una máquina que lo va a determinar con absoluta precisión. No me gusta. Porque el futbol es un deporte en el que triunfan los que menos fallan, no los que más aciertan. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 1/2/2017