lunes, 6 de febrero de 2017

EL RATÓN EN LA RUEDA




Ni un fenómeno paranormal como la irrupción de Trump en la Casa Blanca es capaz de acallar, aunque sea un poco, la matraca catalanista. El cargo político más poderoso sobre la faz de la Tierra, y más allá, ha caído en manos de un sujeto de lo menos recomendable y sus primeras decisiones son en verdad alarmantes, pero España continúa a lo suyo, centrípeta perdida, ocupada en esa autodestrucción que viene trabajándose desde el siglo XIX, con el paréntesis de la dictadura franquista, periodo en el que el furor nacionalista cedió ante el temor a las consecuencias. Porque esto de querer tirar cada uno por su lado no es nuevo. Para nada. Y nos mantenemos en el mismo punto, como el ratón que corriendo en su rueda no avanza ni un centímetro. Un esfuerzo agotador e inútil, al menos para el común de los mortales. Porque ya les dije en alguna ocasión que tengo la impresión de que en este país el negocio radica en la reclamación de independencia, pero no en su obtención. De este tinglado, aunque sea en perjuicio general, viven maravillosamente unos cuantos que, en condiciones normales no podrían ni soñarlo. Porque el patriotismo, si lleva adosados un hermoso sueldo e innumerables prebendas, se ejerce con mucho más entusiasmo. De ahí que, dado el hartazgo que sufro, llego a plantearme la conveniencia de que España se declare independiente de Cataluña. Es por una simple cuestión terapéutica. A ver si así ponemos fin a esta tabarra y descansamos todos de una vez. Y que allá se las compongan con sus clanes y porcentajes. Total, tampoco veo que sea tan grave.
Pero lo verdaderamente insufrible es el griterío, la escandalera, el alboroto diario que motiva el tema en cuestión. Fue morirse Franco y reanudarse la monserga separatista. De mis 51 años, 40 escuchando la misma letanía. Qué pesadez. De ahí la imperiosa necesidad de, de vez en cuando, cruzar la frontera a poner las orejas y las meninges a descansar en el extranjero. Un tratamiento de desintoxicación de la política española. Una política, por cierto, a la que cada día llegan personajes más ineptos y aprovechados. La vida es demasiado valiosa y breve para contaminarla de esta manera. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 6/2/2017

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