miércoles, 8 de febrero de 2017

HABLAR BIEN



El secretario de la tertulia del contenedor nos puso deberes: en la siguiente reunión tendríamos que hablar bien de alguien. La reacción general fue de estupor. ¿Hablar bien de alguien? ¿Es eso posible? ¿Se sabe si en Mieres se ha intentado algo parecido? Y al volver a casa me asaltó otra inquietante pregunta: en el improbable supuesto de que encontremos a una persona de la que hablar bien, ¿en qué medida podríamos perjudicar su vida? Porque, reconozcámoslo, hay pocos momentos más peligrosas que los posteriores a la pública alabanza, ya que si algo divierte a nuestra sociedad es bajar a pedradas de la peana al santo recién elevado. Bueno, pues tres días después nos reunimos de nuevo y, vaya sorpresa, hallamos un candidato idóneo a ser elogiado. El director del parque natural de Muniellos participó en un ligero, amable y simpático programa de televisión de ámbito nacional en el que cantó, bailó, tocó la guitarra y sacudió las caderas frenéticamente. Y por ello, por su espontaneidad y desenvoltura delante de una cámara, unos cuantos carcamales disfrazados de ecologistas exigen su destitución. Bien por el director, un tipo que transmite una imagen moderna y desenfadada que no colisiona con la labor de cuidado del espacio natural. Como si para proteger el medio ambiente hubiera que estar siempre con cara de funeral. Desconocemos qué trastorno mental puede estar afectando a los críticos pero, en fin, qué gran momento perdieron para quedarse en silencio. 
¿Ven qué difícil es esto? Para hablar bien de uno acabamos poniendo a caldo a otros. Como ensayo, no estuvo mal. Pero tan sólo tardamos cinco minutos en olvidar que de lo que se trataba era de hablar bien de alguien. Inconscientemente retiramos al festivo funcionario del primer plano para poner el foco sobre quienes reclaman su caída. Son gotas de sangre en el agua. Un estímulo irresistible. Eso sí, volveremos a intentarlo. Porque tenemos entendido que por aquí cerquita hay gente estupenda, que hace cosas interesantes, que no busca el mal ajeno ni disfruta con él, alérgica a la miseria moral que nos rodea. No va a ser fácil. Pudiendo hablar mal de alguien, ¿por qué hacerlo bien? 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 8/2/2017

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