Oigan, ¿no se preguntan si habrán sido espiados por el comisario Villarejo? En la tertulia del contenedor hemos estado buscando micrófonos ocultos o cualquier indicio sospechoso y hasta ahora no encontramos nada, lo que no es garantía completa de privacidad frente al enorme auricular del ex policía, un tipo que lo ha escuchado todo y al que cualquiera que pintase algo en este país le contaba las intimidades. Y él con la grabadora siempre cargada. “Por eso mismo, porque no tenemos la menor importancia, no nos espían”, manifestó el secretario, muy metido en razón. Atinado argumento que, sin embargo, allá en lo hondo, duele. Porque, lo reconozcamos o no, queremos ser importantes y tenidos en cuenta. Y no ser víctimas de escuchas ilegales ni de grabaciones comprometidas nos propina una fastidiosa bofetada de realidad: somos unos mindundis. No valemos ni un triste micrófono de los chinos. Qué lástima. Pero recomendamos que todos aquellos que antes o después hayan destacado por cualquier motivo, bueno o deplorable, de inmediato realicen las comprobaciones oportunas. Porque Villarejo puede estar escuchándolo. Como hizo con políticos, empresarios, famosetes y banqueros. Que se sepa. Y lo que no se sabe, porque su grabadora debía de tener kilómetros de cinta. Qué país de pandereta. Porque hay que ver qué sujeto es el tal Villarejo y, aún así, los hubo que se relajaron en su presencia. Y otros, ay madre mía, le encargaron “trabajitos”. Lo del presidente del BBVA, para enmarcar, por cierto. Supongo que ahora las reuniones con los colegas tienen que ser un tanto tensas. Qué vergüenza. Así que, en nuestra opinión, si están ustedes preocupados por si detrás de la pantalla del ordenador, del móvil, de la tele, del salpicadero del coche o de los altavoces de casa están los chinos, rusos o yanquis con la oreja puesta, olvídense. Lo peligroso, y más probable, es que sea Villarejo el que esté tomando nota. Como dijo el sabio, “al suelo, que vienen los nuestros”.
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 16/2/2019
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