“Viene una ola”, cantaban los Hermanos Calatrava. Bueno, lo que se dice cantar, cantaba el más alto y lucido mientras el pequeñajo y feo buscaba una ola que no acababa de ver.
Bueno, pues los expertos internacionales vuelven a advertir, doce años después, que viene una ola, una nueva crisis económica de una magnitud aún por determinar, pero que no tiene pinta de ser leve. Y, por lo visto hasta la fecha, todo parece indicar que, como entonces, nos va a pillar de pleno y sin habernos protegido.
El célebre debate televisivo Solbes – Pizarro, que ganó el primero pues al segundo no se le ocurrió peor cosa que ser sincero y alertar del porrazo que nos íbamos a llevar –que, efectivamente, nos llevamos-, evidenció que al electorado español no le van los agoreros ni los portadores de malas noticias aún sin confirmar. El “aquí no pasa ni pasará nada” triunfó frente al “ojito con la que se nos viene encima”, y las consecuencias aún se están pagando.
Hoy, con un gobierno en funciones y sin adoptar medidas de calado, España vuelve a estar al pairo en alta mar, navegando en la dirección que marcan los vientos y el oleaje cuando la mayor parte del primer mundo ya está poniendo rumbo a puerto seguro para capear el temporal. Todo parece indicar que, doce años después, la ola que no queremos ver puede pegarnos otro meneo de cuidado. Pero España está a otras cosas, a lo suyo, enfrascada en sus paranoias y en la política de lo estéril. Como ya sucediera en 2008, que es nuestra marca de la casa, en los momentos más inoportunos y delicados vamos a tener al frente a los gobernantes menos adecuados en un panorama político de suma fragilidad. Y los daños serán de consideración, como suele suceder cuando por sistema se ignoran las alertas de peligro.
No tenemos remedio, no aprendemos. Y aún con todo, España sigue siendo uno de los mejores lugares de este planeta. Lo que podríamos llegar a ser con un pelín más de sensatez.
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 12/9/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario