lunes, 18 de febrero de 2019

PIES EN EL BARRO



¿Qué tal si dejamos ya de tener la mente colectiva anclada en el pasado y vamos cimentando el futuro? Al igual que el carbón borró de la memoria el Mieres agrario, hoy necesitamos, si pretendemos sobrevivir, dar el salto y abandonar el refugio del siglo XX. Asumámoslo: nada volverá a ser igual y la historia minera que arrancó en el último cuarto del XIX, llegó hasta aquí. Es enfermizo ese constante estado de comparación, lo que fuimos y lo que somos, cómo era Mieres en 1970, cómo pudo ser Mieres a partir de 1990 y en qué hemos quedado en 2019. Lo hecho y lo no hecho, hecho y no hecho está, pero, sin renunciar a nuestra historia, que tampoco cuidamos con demasiado esmero, las cuencas han de volver la vista al frente. Y de nada sirve, ante los proyectos, acantonarse en el pasado, para añorarlo y criticarlo. Como ejercicio intelectual, pase, pero tenemos que buscarnos el alimento. Y de la historia muy pocos pueden comer. A día de hoy estamos en el lodazal, con unos pies atrapados en el barro que apuntan hacia el lugar del que venimos. Y no somos capaces de girarnos. Costará, claro que costará, pero es hora de sacar primero un pie y luego el otro, para comenzar a dar pasos hacia el destino. Estamos haciendo las cosas tan mal, y no es por falta de medios, porque el pensamiento aún no ha logrado escapar del siglo XX. Y, puestos a mirar hacia atrás, tampoco estaría de más recordar que existieron un Caudal y un Nalón preindustriales, sin minas, sin humos, con ríos limpios y vegas fértiles, con menos población y una economía de aprovechamiento de los recursos existentes. Porque antes del carbón, también se vivía. Y después, ha de poder vivirse. Me parece que ya lamentamos lo suficiente. Y hemos perdido demasiado tiempo mirando hacia atrás y confiando en que la amenaza no se concretaría. La historia y, en parte,  los tribunales juzgarán lo sucedido. Es tarde. En pie y a caminar.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 30/1/2019

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