Hay que ver la tontuna que les ha entrado con lo de las despedidas de soltero/a. Y hay que referirse a ambos sexos porque se trata de una moda gracias a la que ellos y ellas hacen el ridículo por igual. Dicen que lo de Gijón los fines de semana es impresionante. Sí les puedo decir que el viernes pasado Bilbao parecía un parque temático de la tontería. Decenas de comitivas de despedida, a cada cual más esperpéntica, y con un denominador común –porque en presencia de semejante fenómeno, a uno le da por fijarse: no vi a los novios pasándolo bien. Al contrario, mientras unos y otras reían aparatosamente y alborotaban procurando molestar lo más posible, los futuros contrayentes, los supuestos protagonistas, disfrazados como uno no quisiera verse jamás, aguantaban el tirón mirando de reojo el reloj cada pocos minutos. Que no quisiera que entiendan que estoy en contra de festejar la despedida de la soltería. Lo que me parece insólito es que los protagonistas se presten a participar en la bobada ridícula en que se han convertido estas celebraciones. Ella, con un artilugio erótico colocado en la frente, medio vestida de nosesabequé. Él, en ligueros y tacones (un clásico). Todos, una turbamulta borracha y gritona. Creo que deberíamos preguntarnos por qué en tantos ámbitos de la vida cada vez derivamos más hacia lo estrambótico y grosero. Que la vida es un carnaval lo cantaba Celia Cruz, pero no hay que tomarlo al pie de la letra. Y Resacón en Las Vegas es sólo una película que lleva el tema al extremo más espectacular. Pero miren que hay posibilidades de diversión sin tener que degradarse uno mismo comportándose como un imbécil.
Antiguamente las parejas se casaban para fundar una familia y para compartir la vida juntos. Incluso los hubo que lo hicieron por amor. Pero da la impresión de que el asunto va degenerando hasta el punto de que lo importante ha dejado de ser el compromiso matrimonial en sí, el sacramento para los creyentes y el trascendental acto legal para el resto, que ha quedado relegado a un plano secundario por los brillos, cada vez más horteras, de las celebraciones previas y posteriores.
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 5/8/2017
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