martes, 10 de noviembre de 2015
TAMBIÉN
Los embutidos son perjudiciales para la salud. También. Al final, todo es malo. Todo puede ser cancerígeno. Todo mata. Como el hambre. ¿Carne? Buf, chungo. Si es roja, mortal. Si es blanca, como para ser así de blanca los pobres animales son atiborrados a potingues artificiales, tratados con antibióticos, alimentados con químicos, mejor no probarla. ¿Pescado? Un grave peligro. Los mares y océanos están hasta arriba de basura, contaminados con carburantes, metales pesados, sustancias tóxicas, plásticos… Y todo eso lo incorporan los pobres pececillos. Así que, si antes de ponerlo sobre la plancha, a ese hermoso lomo de merluza se le practica la autopsia, resulta que te encuentras con unos niveles de plomo, mercurio e hidrocarburos como para arrancar un coche. Y anda que en las aguas dulces no se acumula basura, con las truchas buceando donde se refrigeran las centrales nucleares, donde se alivian los purines de las explotaciones ganaderas, donde nos libramos de las aguas fecales. ¿Vegetales? Teóricamente perfecto. En la práctica, a tope de insecticidas, regados con aguas contaminadas, expuestos a humos y vapores tóxicos, “retocados” con sustancias químicas. En fin, un asco. ¿Comida procesada? La muerte envasada. Conservantes, colorantes, emulgentes, gasificantes y un montón indeterminado de mierda que comienza por la letra E. El agua que bebemos tiene de todo menos agua, empezando por el cloro, que lo estamos tragando a chorro. La leche está manipulada de tal modo que ya no sabe a leche. Es más, como sepa a leche, no gusta. Como el cordero que conserva el saber a cordero. Corderizo, decimos. Y lo rechazamos. Los huevos, los que ponen las gallinas me refiero, cargados de colesterol del malo malísimo y estallan en contacto con el aceite porque dentro de esa cáscara hay algo más que huevo.
Llegados a este punto, ¿cómo nos las arreglamos? Porque esto se parece a lo del burro, que cuando logré que aprendiera a no comer va y se muere. Pues ya me contarán. ¿Qué hacer para alimentarse sin arriesgar la vida? Porque todo es malo. Y yo tengo hambre. Qué le voy a hacer. Me suenan las tripas. Y aunque me vaya la vida en ello, le voy a pegar un meneo al salchichón que voy a dejarlo temblando. A pesar de que sea horrible para mi salud. También.
Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 3/11/2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario