martes, 10 de noviembre de 2015

LONGEVIDAD



Recuerdo cómo pusieron de vuelta y media a aquel ministro japonés que le pidió a su pueblo que se muriera más y más pronto. Los nipones son los más longevos del mundo. Y eso no hay sistema de seguridad social que lo resista. Los españoles, subcampeones, a unas pocas décimas del primer puesto. 83 años de media. Esto va a quebrar sí o sí. Cuatro millones y pico de parados y un creciente número de jubilados que cada día viven más. No me salen las cuentas. Y, afortunadamente, a un 30% de padres y abuelos españoles, tampoco. Porque ese es el porcentaje de niños con sobrepeso en este país, lo cual es un dato ciertamente alentador. Gracias al infinito amor a la patria y a su espíritu solidario, un tercio de nuestros niños están siendo cebados cual cerditos por sus familias, rollizos, bien forraditos de grasa, con la finalidad de que enfermen a edades tempranas y mueran antes de alcanzar la jubilación. O sea, que vivirán lo suficiente para aportar a la caja de la Seguridad Social pero no tanto como para disfrutar de lo aportado. Una idea brillante. Un sacrificio que debería llenarnos de emoción.
Porque esos papás que tienen un nene como un hipopótamo, alimentado a base de bollería industrial y refrescos, que no hace deporte, que no camina, que sólo sabe entretenerse jugando con el móvil, saben lo que están haciendo. No será por falta de información, digo yo. Es una estrategia bien pensada para salvar España. Lo ceban bien cebado para que ya tempranito sea diabético, hipertenso y cardiópata. Así, si todo transcurre con normalidad, entre los 50 y los 60 años, como mucho, la palma. Y una pensión que se ahorra España. 
Así que cuando vean a una niña redonda como un botijo piensen que están ante un sacrificio humano, el impagable acto de generosidad de unos padres que sólo quieren que este país se vaya liberando de la pesada carga que arrastra. Sí, está gorda, gordísima, pero dará la vida por nosotros y por este país. Porque esta suicida carrera hacia el liderato mundial de longevidad no nos lleva más que al colapso. Que como no le pongamos remedio, vamos a acabar todos queriendo cobrar una pensión sin nadie que trabaje.   

Publicado en LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS el 8/11/2015

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