El paciente impaciente – cuando lo pongan en marcha en el Sanatorio Adaro se va a enterar de lo que vale un peine – se muestra profundamente compungido por lo acontecido en Nepal. Un desastre tremebundo que está arrojando unas cifras escalofriantes. De vez en cuando este planeta pega una patada y nos tira al suelo. Lo que ocurre es que, dependiendo de donde impacte esa patada, los caídos son más o menos. Lo que en Nepal supone miles de muertos en el primer mundo serían decenas o unas pocas unidades.
Hablamos sobre la patológica bipolaridad del ser humano. De una parte, a la zona devastada por el terremoto han acudido centenares de voluntarios al rescate y auxilio de las víctimas; particulares y organizaciones que, ante calamidades como esta, de inmediato se movilizan para proporcionar ayuda a los congéneres que lo están pasando fatal, heridos, abandonados, en la miseria más absoluta. Pero, por otra parte, al olor de la sangre acuden las hienas humanas, los traficantes de personas, los secuestradores de niños, los saqueadores, los especuladores de alimentos, los violadores, los que aprovechan el caos para cometer las peores atrocidades. Las dos caras de una misma moneda. Y al pobre desgraciado que ha perdido a su familia, que no tiene nada que echarse a la boca, completamente vulnerable, sólo le queda rezar para que quienes primero lo encuentren sean los buenos y no los malos. De no ser así, más le valía haber muerto en la primera sacudida. ¿Por qué será que somos capaces de lo mejor y de lo peor, de las mayores heroicidades y de las barbaridades más despiadadas? Nos dejamos la piel para salvar la vida de un niño, de un gatito atrapado en una alcantarilla y, a un tiempo, arrasamos pueblos enteros y aniquilamos a nuestros semejantes con una frialdad total. Eso de que el ser humano es bueno por naturaleza es una afirmación que para nada se ajusta a la realidad. Depende de qué ser humano, de su estado de ánimo, del humor que tenga ese día, de su carácter, de lo que haya aprendido en la vida. Y, a tenor del lamentable estado del mundo, los malos bichos son mucho más poderosos que la buena gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario