(No hallo un modo más acertado de ilustrar este escrito que recurriendo al genial Forges).
“Si quieres que algo no se resuelva jamás, crea una comisión”. Qué bien traída.
El parlamento catalán está decidido a hacer el ridículo con la suya sobre los pujoles. El despiporre. De ahí no sale nada de sustancia, salvo algún guión para el Club de la Comedia. Y la comisión del parlamento asturiano que “investiga” –sí, entrecomillado- el destino de los fondos mineros y el origen de las fortunas de los Villa-Postigo, como era previsible, es un pitorreo. Porque los comparecientes van allá a cachondearse y a soltar unas tonterías espectaculares. Los únicos certeros en sus declaraciones han sido precisamente los Villa-Postigo, que no abrieron la boca, al menos en sede parlamentaria, porque el acaudalado ex presidente del Montepío a la salida no pudo reprimirse y eructó. Tampoco se esperaba mucho más de él, por cierto.
Para los antiguos cargos políticos relacionados con el destino de los fondos mineros todo se hizo bien y limpiamente. A la vista está. De maravilla. Ni asomo de arrepentimiento u objeción sobre lo llevado y, sobre todo, no llevado a cabo. Y los próximos a los Viila-Postigo, como los monos de Gibraltar. Ni en el partido, ni en el sindicato, nadie sabía nada de sus andanzas, nadie sospechó nada, a nadie le pareció nada raro. Vamos, que de no haberse presentado el del síndrome confusional con el dinero en bolsas para su reciclaje, estaríamos ante el crimen perfecto.
Y si burlesca ha sido la participación de la, llamémosla, defensa, un fiasco resultó la intervención de los comparecientes acusadores y, en particular, la de Saavedra, una persona que acumula tanto conocimiento de causa como rencor y que el día en que tomó asiento para declarar olvidó aflojar el pitorro de la olla exprés para liberar la presión contenida. Y salió lo que salió. Mucho aspaviento, más dianas que balas y escasa chicha. Demasiado arroz para tan poco pollo. Una gran oportunidad perdida de que se vieran las muchas vergüenzas, con pelos y señales, que permanecen ocultas. Es curioso, y es algo en lo que insistimos los abogados, lo fácil que se va al garete un testimonio por un problema de formas, que acaban diluyendo el contenido.
En fin, que gracias a una comisión, todo sigue como estaba, para sorpresa de...nadie.
Publicado en La Nueva España de las Cuencas el 28/2/2015
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