miércoles, 12 de noviembre de 2014

Y LO QUE NO SABEMOS



Bueno, al menos alguno va entrando en chirona, que es un cierto consuelo para los honrados habitantes atrapados en este país corrupto hasta las entrañas. Pero el comentario de moda es “¡Y lo que no sabemos!”, en la convicción general de que lo que hoy inunda los medios de comunicación no es más que una mínima parte de lo que se roba habitualmente. Porque, a pesar de que la casta política se esfuerza en hacernos creer que la corrupción no es algo sistémico, la sensación que se percibe en la calle no es esa, ni mucho menos. Y es que, sencillamente echando las cuentas de la vieja, si nos ponemos a calcular cuánto cuesta el sostenimiento de un partido político grande, su enorme infraestructura, el constante despliegue propagandístico, las generosas remuneraciones de sus jerarquías, los infinitos viajes, las sedes, y lo comparamos con los ingresos oficiales, llegaremos a la conclusión, siguiendo el sabio principio de que “lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”, de que los números no cuadran y que hay más dinero sumergido que a la vista. Y de ahí los tresporcientos, los créditos condonados -por algo será, que un banco no regala la pasta así porque sí- , y la pluralidad de vías ilegales de financiación que se han venido utilizando.
Por supuesto, es posible que me esté equivocando, pero tengo la impresión de que el epicentro de la corrupción española se halla en los partidos con capacidad de gobierno, ya sea a nivel nacional o autonómico, que han derivado hacia macroestructuras de negocio puro y duro, que sólo se alimentan de poder y dinero. Y puesto que alcanzar el poder y mantenerse en él es muy caro, hace falta mucho dinero y qué mejor manera de obtenerlo que haciendo uso del poder. Una vía de doble dirección. En consecuencia, se debería hacer a los partidos políticos responsables de los actos ilegales cometidos por sus miembros. O sea, que si Granados, los de las tarjetas opacas o quien sea que se lo haya llevado crudo aprovechándose de su posición política, no devuelven lo afanado, que sean sus respectivos partidos lo que, subsidiariamente, deban responder económicamente. Hoy, cuando veo PP, PSOE, CIU... no veo política; veo criminalidad. 

LNE de Las Cuencas 2/11/2014

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