jueves, 20 de noviembre de 2014

VIVIR SIN ENSUCIAR



Fue una de las últimas tardes calentitas del sorprendente otoño que parecía verano que disfrutamos días atrás, antes de la primera glaciación. Eso que dieron en llamar veroño. Caminando al encuentro de la pandilla pasé junto a una terraza atestada de clientes. Un poco más allá había un grupo numeroso de niños que gritaban y reían divertidos. Lo pasaban bomba destrozando grandes cartones de embalaje, deshaciendo los moldes de espuma blanca y lanzando al aire los plásticos. Los responsables de las alborotadas criaturas asistían al espectáculo sin inmutarse. A nadie preocupó que la calle se ensuciara ni que el cartón del que viven algunos trabajadores quedara inservible. Los niños hacían lo que les daba la gana y sus papás tenían ocupaciones más importantes que evitar que sus hijitos dejaran el lugar en un estado lamentable, como, por ejemplo, apurar una caña de cerveza. Luego, esos mismos tipos que no controlan a los nenes cuando se ponen en función trituradora de basuras protestan por la falta de limpieza de nuestras zonas públicas. Y, evidentemente, no iba a ser un servidor el que se pusiera discutir con ellos. Hasta ahí podíamos llegar. Porque, encima, aún te ponen a parir, que no sería la primera vez que a alguien lo insultan y amenazan por reprender a los que se comportan como cerdos. Para eso están, o deberían estar, los representantes de la autoridad. Y no es que haga falta achicharrar a multas al personal, por descontado, pero una mayor visibilidad podría ser una fórmula bastante disuasoria. Porque los niños han de jugar y divertirse; y los perros, pasear con sus dueños; y la chavalería ha de pasarlo bien; y los adultos hemos de estar a gusto. Pero nada de ello, con un poquito de civismo, daría como resultado que Mieres estuviera hecho una mierda. Porque para disfrutar y pasar un rato agradable no es necesario ensuciar nada. Y si sucede, lo razonable es limpiarlo y ya está, todos tan contentos.
Si preocupante es el número de propietarios de mascotas que se niegan a retirar sus deposiciones de la vía pública, causa desolación asistir a las muestras de pasotismo de unos padres a los que les trae al pairo que sus hijos dejen el pueblo como un vertedero. Pues como no lo aprendan ahora...

LNE de Las Cuencas 16/11/2014

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