jueves, 8 de mayo de 2014

OJOS EN EL CIELO

Por tierra, mar y aire. La DGT nos vigila como un gran hermano. Lo último, sus ojos en el cielo, con los que controla que los conductores respeten los límites de velocidad.
No habrá dinero para ambulancias, para que los dependientes perciban ayudas, para arreglar los baches, para que los pueblos no se queden sin maestros ni médicos. Para eso no hay. Para reforzar los medios sancionadores, lo que haga falta. Radares fijos, móviles, vehículos camuflados, cámaras sofisticadas, helicópteros dotados de tecnologías ultramodernas, un arsenal cada día más abundante y potente con el que achicharrar a multas.
Acabo de leer que en España circulan unos dos millones de vehículos con la ITV caducada. Y tan tranquilos. Sumen también los que no tienen seguro y resulta una hermosísima cantidad de coches que no deberían moverse y que, sin embargo, lo hacen. Una pena que los costosos radares no rastreen este tipo de infracciones. Tan sólo preocupa que te animes un poco pisando el acelerador, principalmente al paso por vías modernas, amplias, que no entrañan gran peligro. Y caes como un conejo.

Y me pregunto cuánto va a tardar la industria de componentes de automoción en desarrollar el, llamémoslo así, “cielovisor”. Si el retrovisor sirve para ver lo que sucede detrás del coche, el “cielovisor” nos permitiría saber si tenemos encima el helicóptero de la DGT que, en plan Barón Von Richthofen, se dispone a acribillarnos. Porque si ya es cansado conducir mirando a la carretera con todos sus accesorios, a las cunetas, arcenes, guardarraíles, pasos elevados y cualquier hueco en el que pueda emboscarse un radar, lo de ahora, debiendo agudizar el oído por si captamos algún zumbido mosqueante procedente de las alturas e intentar detectar a través de los cristales la presencia del dichoso artefacto, va a causar una tremenda crispación al volante y motivará no pocas distracciones. Y alguno se preguntará si no sería preferible, en semejante entorno de extrema vigilancia y control, cumplir las normas y no superar las velocidades permitidas. Más sencillo sí que sería, pero somos muchos los que crecimos haciendo caso a los sabios consejos de nuestros mayores, que nos decían: “No te conformes con el camino fácil. Esfuérzate y hallarás la recompensa”. Y en ello estamos.   

Publicado LNE de Las Cuencas 6/5/2014

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