Unos pasos más allá del Turning Torso de Calatrava hay un parque con una zona de baño en las aguas del estrecho de Oresund. La bruma de primera hora ha desaparecido y luce el sol, lo que propicia que un buen número de ciudadanos de Malmoe acudan a tostarse. El ambiente es agradable, relajado y sumamente silencioso. Silencio que se rompe con la llegada de un grupo de unos diez jóvenes y alegres mochileros, que acaban con la paz y el sosiego del lugar con sus fuertes risotadas. No son suecos. Son catalanes llegados aquí gracias al interrail. Y vociferan igual que harían los españoles, a pesar de que se esfuerzan en exhibir su catalanidad, en sus camisetas, en las pegatinas de las mochilas. Pero se comportan como españoles, circunstancia que me conforta sobremanera. La bandera que llevan estampada en los macutos tiene más rayas amarillas y rojas, pero en sus modos, su forma de comportarse, son genuinamente españoles.
Llegamos a Gotemburgo el día de cierre de las jornadas culturales de verano. La plaza que precede al puerto está llena de tenderetes que muestran productos gastronómicos de diversos países. Gran Bretaña vende mermelada y chuches; Francia, crepes; Italia, de todo; Alemania, tarta de manzana. Hay un chiringuito español en el que un par de africanos preparan churros y raciones de paella y unos metros más allá, pero claramente separados, están los catalanes, con su bandera y sus butifarras. A quien pueda interesar, sepa que España gana por goleada: la cola de clientes para los churros y la paella es formidable. Los de la butifarra, están recogiendo el tenderete.
No dejan de sorprenderme los ímprobos esfuerzos que se hacen en este país para parecer distintos, para ser catalán y sólo catalán, o vasco, o asturiano, o gallego, a pesar de lo cual, no podemos evitar que se note a la legua que somos españoles. Son muchos los que piensan que por el simple hecho de envolverse en una bandera distinta y de hablar otro idioma ya se deja de ser español. Pero no; me temo que la cosa es más profunda y que lo llevamos grabado en el ADN. Para su desgracia.
Publicado LNE 31/08/2011
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