jueves, 21 de noviembre de 2019

VEINTE AÑOS




El reportaje sobre lo que están haciendo los suecos con la sostenibilidad energética y el tratamiento de los residuos deja bien a las claras que vivimos en planetas diferentes. En Suecia llevan veinte años bonificando a los ciudadanos que reciclan, promocionando la energía solar, aprovechando el agua de lluvia, impulsando el transporte público, el vehículo compartido, las bicicletas, la propulsión eléctrica, la obtención de calor con los residuos generados. Nosotros aún vamos por los contenedores de colores que, digamos, es como el parvulario de la materia. Ellos, los ricos que viven en el frío, pedalean, evitan ensuciar, exprimen hasta la última gota, caminan, comparten y sacan todo el partido posible a aquello que pueda convertirse en vatios. Nosotros, los pobres del sur, nos desplazamos en coche –cada uno en el suyo-, lo tiramos todo, vivimos bajo un sol del que no obtenemos ni una centésima parte de lo que podría darnos, desperdiciamos el agua como si nos sobrase, ensuciamos sin pensar en el coste de la limpieza y, en resumen, vivimos como si los ricos fuéramos nosotros.
De verdad que no es fácil entender que pertenezcamos a la misma especie, y duele aceptar que dos mil kilómetros de distancia puedan separar tanto. Como sociedad no evolucionamos a la misma velocidad, claramente. Hay cositas que aquí nos llevan más tiempo. Y lo del respeto al planeta que nos acoge nos está costando. Un papel al suelo, una botella de plástico en la bolsa de basura orgánica, un recorrido en coche para ir a la esquina, una caldera de gasoil para calentar lo que podría hacer una placa solar, gestos cotidianos a los que no damos importancia son los que nos separan de esa gente del norte que entendió que menos es más, que antes de desprenderse de algo debe ser aprovechado al máximo, que la eficiencia que redunda en el beneficio común pasa por la concienciación de cada uno, que la ecología y la sostenibilidad son básicas para mantenernos con vida.
Hoy, los suecos nos llevan veinte años de adelanto. Lo malo es que, de seguir así, dentro de otros veinte nos llevarán cuarenta.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 10/11/2019

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