La realidad actual es tan cambiante que el opinólogo “a la antigua” se las ve y se las desea para redactar algo que aguante un día. Así no hay quien escriba. Dejas pasar una semana para que vaya asentándose el nuevo Gobierno y cuando por fin te pones frente al ordenador para disculpar la falta de espíritu deportivo de Maxim Huerta, poco después se desvanece su etapa ministerial. El televisivo Huerta fue perseguido por sus mensajes de Twitter como en el juego del comecocos. Pero una vez que pulsé la tecla de enviar, hala, un “fregao” fiscal se lleva por el desagüe la carrera política del fugaz ministro. No hay derecho. Cuando empecé en este negociado la vida iba más despacio y daba tiempo a escribir y publicar sin riesgo de que la columna caducara. En las cuencas sólo hablaba Villa, que lo hacía de vez en cuando y durante horas. Todo muy previsible. Entre cada uno de sus rollos patateros quedaba tiempo de sobra para digerir sus pesados discursos. Además, los gobiernos españoles eran estables, con pocos y espaciados cambios de carteras. Escribías, llevabas el folio a la redacción, se transmitía a la central y tiempo después aparecía en el periódico. Sin prisas y bien hecho. Pero eso de las dimisiones exprés de los ministros deja al columnista de pueblo completamente desamparado, como un barco sin motor en medio de la tempestad. No es broma, que tras el patinazo de Maxim Huerta decidí abordar el tema del mundial de fútbol. Y recordé aquellos tiempos en que nuestra selección era un avispero que nos llevaba de fracaso en fracaso hasta que llegó Luis Aragonés. Y pareció que aprendimos la lección. Bien, termino mi columnita más contento que unas pascuas y se destapa el insólito asunto de Lopetegui, que más inoportuno no ha podido ser. A la basura mi escrito. La selección vuelve por sus fueros. Así no hay manera de opinar sobre la actualidad, como no sea que te lances a mandar mensajitos por las redes sociales. Porque, en lo que se demora su publicación en el periódico, la realidad entierra tu perspectiva. Así que, lo siento, pero habrá que opinar sobre algo menos perecedero, si es que lo hay.
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 20/6/2018
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