jueves, 19 de octubre de 2017

MIERES Y LOS PERROS



No deja de sorprenderme. Estos días de sol veo las calles repletas de gente en las terrazas y de perros en las calles. Son muchos. Muchísimos. Insisto en que no conozco ningún lugar con tantos perros per cápita. Y no es crítica, ni mucho menos. Es la simple constatación de un hecho. Me encantan los perros, crecí con varios a mi lado, a los que quise con todo mi corazón, y si hoy no tengo alguno es por no poder atenderlo como es debido. Eso de meter una mascota en casa para que se pase la mayor parte de la vida sola y encerrada no va conmigo. Pero, ay si pudiera… Pero lo de “¿yes de Mieres? ¿tienes perru?” está plenamente justificado pues, de verdad, es una característica muy nuestra. Como hablar a voces, tomarse fatal que alguien no te salude y tener el piso como un jaspe y la acera como un basurero. Bueno, a lo que iba, qué mogollón de perros, qué de ladridos y, mira tú qué cosa, qué pocos chuchos. Los mestizos son minoría. Aquí nos va la pura raza, el perro que cuesta un pastón, circunstancia peculiar en una sociedad de mayoría obrera –o ex obrera-, de izquierdas, de casas en las que se trabajaba de sol a sol para poder sobrevivir. Fíjense en la cruel contradicción: las calles llenas de perros de lujo y la perrera municipal hasta los topes, con unos voluntarios que han de obrar milagros para mantener vivos y en condiciones a decenas de animales abandonados. ¿Racismo canino? Ciertamente lo parece. Y, en serio, merecería un estudio esta relación de los mierenses con los canes. ¿Por qué aquí se da de tal forma? ¿Por qué en otros lugares, incluso bien próximos, no es así? Es algo que me intriga y que, seguro, analizado por un experto, tendría explicación. Y añadiría que el escudo mierense debería tener un perro. Un westy, un bulldog francés, un pastor alemán, un golden retriever, un cocker…, el que sea, pero de raza. De los que cuestan un dineral. Y que, orgullos, los mierenses lo admiremos al ondear nuestra bandera con el sonido de fondo de los aullidos lastimeros procedentes de la perrera municipal. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 16/10/2017

lunes, 9 de octubre de 2017

27 de septiembre de 2014



El 27 de septiembre de 2014, Jordi Pujol, en su comparecencia en el parlamento catalán para dar explicaciones acerca de las idas y venidas –bueno, dejémoslo en idas- de ingentes cantidades de dinero a Andorra, ya advirtió que “si andamos queriendo cortar una rama del árbol, acabarán cayendo todas las demás” o lo que traducido al román paladino significa que “yo no caigo solo”. Y quien dice “yo” dice “nosotros”. La instrucción era bien clara: “hay que defender a la “sagrada familia” del acoso de la justicia española”. Tenemos la Generalitat. Tenemos el boletín oficial. Tenemos las instituciones catalanas. Controlamos la información y los mecanismos de movilización. Pongámonos a tensar la cuerda. Tras todo este monumental lío provocado gracias a la perversa premeditación de unos y la incompetencia de otros no hay más que una operación de protección de un régimen político corrupto hasta las trancas y que hoy se está viendo en el desagradable trance de tener que sentarse en el banquillo de la justicia española. Los intocables tratados como chusma. Insoportable. Y en un entorno de crisis económica e inseguridad, lleno de gente sin nada que perder y algunos con mucho que ganar si la apuesta sale bien, y con una clase política estatal sumida en el más absoluto descrédito, avivar la llama nacionalista es extremadamente sencillo. Matorral seco, viento cálido, una cerilla prendida. Las consecuencias del incendio ya las tenemos delante. Pero es un incendio intencionado, provocado, que se declaró el 27 de septiembre de 2014 y que ha ido tomando cuerpo hasta alcanzar una dimensión formidable sin haber hecho nada para sofocarlo. Un incendio originado para levantar una pantalla de protección de los responsables y beneficiarios de la larga etapa política conocida como “pujolismo”, que abarca al menos dos generaciones de mangantes. Llegará el día en que muchos de los que el domingo, henchidos de catalanismo, depositaron su voto favorable a la secesión caigan en la cuenta de que aquella papeleta era en realidad un ladrillo con el que construir el muro de la inmunidad e impunidad de la “sagrada familia” y su corte celestial. Y como ya ocurriera en Alemania acabada la Guerra, pocos reconocerán entonces haber apoyado aquella locura. El detective raramente se equivoca: “sigue la pista del dinero”.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 9/10/2017 

martes, 3 de octubre de 2017

MULTIPOLAR



Si los bipolares son esos que tan pronto están contentísimos como la mar de tristes, que pasan súbitamente de un estado de calma a la furia descontrolada, lo mío debe de ser más grave. Para mí que soy multipolar y no hay pastillas de litio que lo alivien. Ayer desperté, y a saber lo que había soñado, pero me levanté con ganas de llamar a la Legión, cabra incluida, y ponerla rumbo a Barcelona para acabar con esta locura. Unas cuantas patadas en el culo, un buen número de sinvergüenzas de patitas en la calle y listo. ¿Qué es eso de pretender arrebatarme un trozo de mi país? ¿Acaso Asturias es propiedad exclusiva y excluyente de los asturianos? Como residentes tenemos derechos y obligaciones específicos, pero de ahí a creernos los dueños únicos y todopoderosos de esta tierra media un universo. Pues, en mi condición de español, también soy copropietario de Cataluña. Sin embargo, a mediodía comencé a tener claro que no hay motivo que justifique que una sociedad no pueda decidir libremente su futuro. Este país ha de ser lo que sus ciudadanos quieran. Y si una parte de esta “nación de naciones” prefiere proseguir por su cuenta, pues sea. Sin dramas ni aspavientos. Sin rencores ni venganzas. Por la tarde me decantaba por el referéndum a nivel nacional. O jugamos todos o rompemos la baraja. Y si decidimos desgajar el país en 17 porciones independientes, pues venga. Después de cenar me inclinaba a pensar que lo mejor para todos sería que España se liberara de Cataluña. Independiente lo quiera o no. Es la voluntad manifestada casi en exclusiva por sus calles. El resto, en silencio. Pues, hala, a hacer puñetas. Y a centrar nuestros esfuerzos en los españoles que no tienen inconveniente en serlo. Y me metí en la cama con la convicción de que no tengo la menor idea de cómo resolver este asunto. Todas mis salidas son tan buenas como malas. Y lo único que consigo es que me suba la tensión a causa de algo que ni se ni puedo resolver. En consecuencia, que no me quite el sueño. Vistos los actores principales de este teatrillo, mejor cerrar los ojos y viajar. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 29/9/2017