No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Luego la discusión es del todo evitable. Para la bancada de la izquierda Fidel Castro no fue un dictador. Para la bancada de la derecha, Franco tampoco lo fue. Ni Lenin, ni Pinochet, ni Stalin, ni Mussolini, ni Mao, ni Videla, ni Pol Pot, ni Salazar, ni tantos otros. Sólo Hitler logra la unanimidad. Para unos por fascista y, para otros, por socialista. Objetivamente mirados, todos fueron dictadores, todos cercenaron la libertad de sus pueblos, todos persiguieron a la oposición y la disidencia, todos acosaron a las minorías, todos establecieron la equivalencia entre sí mismos y la patria, luego estar en su contra suponía estarlo contra la nación entera. Sin embargo, para la izquierda “sus” dictadores no lo son tanto y para la derecha los “suyos” tampoco. Unos son más bien “líderes revolucionarios” y otros “salvadores de la patria”. La izquierda democrática es tolerante con “sus” dictadores, como lo es la derecha y, al final, el tirano del otro bando siempre será el que mate más, el que más oprima y el mayor saqueador.
No deberíamos olvidar que, en el fondo, cada uno de nosotros lleva dentro su propio dictador y la democracia no deja de ser una regla de juego para que millones de pequeños dictadores, unos rojos y otros azules, pero sobre todo, de sí mismos, puedan convivir sin despedazarse. No hay más que ver el comportamiento general para darse cuenta de que la inmensa mayoría de los que se declaran demócratas lo son “por exigencias del guión” y, si pudieran, impondrían sus ideas por las buenas o las malas. Por tanto, si mi ideología tiende al social-comunismo, Fidel Castro no es malo. Pero si me venzo hacia liberal-capitalismo, es el mismísimo demonio. E intentar convencer a unos y a otros es una labor inútil a más no poder. Como pretender poner de acuerdo a los cubanos, que 57 años después mantienen opiniones radicalmente opuestas sobre una misma persona.
Y es que, al final, acabas teniendo la impresión de que a la mayoría de la gente le gustaría vivir en una dictadura. De derechas o de izquierdas. A cada uno, la suya.
LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 29/11/2016
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