martes, 20 de septiembre de 2016

EL PATIO DE MI CASA



Entro en un portal y leo: “Se ruega a los vecinos que no tiren basuras a los patios de la comunidad”. No me negarán que es tristísimo que aún estemos así, que a estas alturas de la evolución humana se haga necesario recordar algo tan básico, de sentido común, de comportamiento normal. Como lo de no fumar en los ascensores, cerrar las puertas, no transformar las zonas comunes en vertederos particulares, en definitiva, no fastidiar al vecindario. Pero, claro, estamos viendo que aún hay imbéciles que tiran las colillas encendidas al monte. Conductas que, por lo general, se denominan imprudencias, pero que realmente no tienen nombre. Porque imprudencia es un término demasiado suave para designar la acción de un majadero que culmina con un montón de hectáreas chamuscadas. Pues estamos ahí, mucho más retrasados de lo que creemos. Aún se ha de avisar a la gente de que no se meta en el mar cuando hay bandera roja, que no deje al niño ni al perro dentro del coche a pleno sol, que en lo posible evite los desplazamientos cuando estamos en alerta por mal tiempo. Y, bueno, el que se perjudica a sí mismo como consecuencia de su estupidez, pues allá él. Pero a los que por su estupidez nos ponen el peligro o destruyen lo que es nuestro, garrotazo y tente tieso. 
Me contaron que antes de que en Mieres se recogiera la basura en contenedores había ciudadanos que lanzaban las bolsas desde sus ventanas al camión. Si caían dentro, buena suerte; si fallaban, que lo limpie el Ayuntamiento. Y como este ejemplo, otros muchos de conductas absolutamente incívicas que solo pueden provenir de seres con un cerebro del tamaño de una hueva de salmón. Porque, vamos a ver, ¿qué tiene dentro del cráneo un fulano que arroja sus desperdicios al patio vecinal? ¿Acaso no puede tirarlos a la basura, como es lo habitual? Bueno, en mi portal hubo un tiempo en que pusimos un cartel pidiendo que se cerrase la puerta. Y la puerta quedaba sistemáticamente abierta. ¿Qué interés podían tener algunos vecinos en no cerrarla y que pudiera acceder cualquiera al edificio? Se desconoce ¿Que cómo está el patio? Que asusta. 


LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas 19/9/2016

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