lunes, 4 de mayo de 2015

DIARIO DE LA 442 - 8. EL PRIMER DÍA DESPUÉS




Los ángeles de la unidad de reanimación nos lo devolvieron en muy buenas condiciones y la noche fue pacífica. Él durmió; ella prácticamente no. Para variar.
Arrancamos nuestra mañana musical escuchando La Canción de Solveig, de Grieg. Su nivel de consciencia me tiene perplejo. Qué cerebro el suyo tan formidable, qué manera de rebelarse contra el Alzheimer. Mientras escribo a su lado, en la personal terapia que tanto me está ayudando, de reojo sigo sus gestos. Está pensando, valorando su estado, comenzando a manifestar los primeros indicios de impaciencia, que siempre fue uno de los rasgos más significativos de su personalidad. Afortunadamente, la traumatología actual impone el movimiento a las pocas horas de la intervención, aunque me da en la nariz que eso lo impacientará más aún que la quietud. Pero es que él siempre fue así, de estar más bien a disgusto en cualquier situación, salvo en su añorado hospital, en su quirófano, en su UVI. Aquello fue su vida y el día en que lo jubilaron –porque lo jubilaron, que no se jubiló, que por él no se habría jubilado jamás-, lo hirieron de muerte. Y herido continúa desde entonces. Unos pasándose la vida deseando no darle un palo al agua y otros que no entienden la existencia sin el trabajo. ¿En qué grupo me incluiría yo? Pues para mí que no va a ser en el segundo. 
Parece que hoy hace un precioso día de primavera. La mejor pista me la proporcionó el no haber metido el pie en ningún charco de la zona de aparcamiento exterior del hospital, que presenta un estado tan peculiar como el de la Mayacina. Ambos emplazamientos deberían estar patrocinados por alguna marca de vehículos de todo terreno y de calzado de montaña. Junto a la modernidad, los barbechos urbanos.
Si el paciente pasa de la cama al sillón, el acompañante lo hace del sillón a la silla, que ya no es lo mismo. Me han hablado de un hospital levantino que dispone de una especie de camas turcas en las habitaciones, de modo que los acompañantes -que trabajan lo suyo, no lo olvidemos-, tengan mejor calidad de descanso. Un ejemplo a seguir, porque no sólo los pacientes necesitan cuidados. 

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