martes, 14 de abril de 2015
MUERTOS DE PRIMERA Y DE SEGUNDA
El único que jamás debió estar a bordo del avión de Germanwings era, precisamente, el copiloto. Los pasajeros fueron sometidos a rigurosos controles previos al embarque, haciendo que se quitaran la ropa, escaneando minuciosamente sus propiedades, requisando los cortauñas y los botecitos de champú. Sin embargo, nadie reparó en la posibilidad de que el peligro estuviera sentado en la cabina. Es lo que tiene la obsesión por la seguridad, que se focaliza tanto en un punto que, por la espalda puede estar colándose de todo. La consecuencia: 150 muertos, incluido el asesino, y el primer mundo conmocionado por la magnitud de la tragedia y el modo en que se produjo. Porque, en el fondo, es un suceso que sentimos próximo, que nos podría haber tocado. Primeras planas durante días, fenomenales despliegues informativos, ríos de tinta, horas y más horas de televisión.
En Kenia han sido asesinados vilmente otros 150 seres humanos, acribillados a balazos por estudiar en una universidad cristiana. Una bestialidad más de los fanáticos islamistas, que están exterminando poblaciones enteras, que secuestran a miles de mujeres y niños, que suman decenas de miles de vidas segadas con una crueldad inusitada, una catástrofe de proporciones aterradoras a la que desde nuestro privilegiado parapeto hacemos más bien poco caso. Total, no son más que 150 negros muertos o 500 mujeres africanas secuestradas. Además, allá lejos, en lo profundo de África. Noticia de relleno para un par de días y al pozo del olvido. Nos interesa más el historial psiquiátrico del copiloto alemán que los miles de seres humanos que están siendo masacrados únicamente por profesar un credo distinto. Las velas y plegarias quedan en exclusiva para los inocentes pasajeros que se quedaron para siempre en los Alpes. Casi nadie tiene un recuerdo, un pensamiento, un momento de reflexión para las víctimas del terror yihadista en África y Oriente Medio. ¿Recuerdan la reacción ante el ataque contra Charlie Hebdo en París? Todos éramos Charlie Hebdo. Un clamor universal contra la barbarie y el fanatismo. Muertos de primera. Como los de Germanwings. Sin embargo, nadie es un universitario keniata cosido a tiros, ni una niña nigeriana raptada, ni un copto degollado. Para ellos no hay velas, ni flores, ni banderas a media asta. Son muertos de segunda.
Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 11/4/2015
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