martes, 28 de abril de 2015
DIARIO DE LA 442 - 6. LA BATA BLANCA
Las pesadillas se apoderaron de mi sueño y he despertado inquieto, casi erizado, presintiendo que algo sucede. Mientras me ducho noto que estoy tembloroso. Desayuno rápido y arrastro hasta el coche mi cuerpo cansado. Corro al hospital. Los encuentro sosegados, si bien él acusa una notable debilidad. Los médicos programan la intervención para mañana, siempre que nada empeore. No hace falta que me digan cómo está la situación y cuáles son las probabilidades. Las conozco y las acepto. Él sigue consciente y ha entendido perfectamente lo que han dicho sus colegas. Su prodigioso cerebro está aplacando el Alzheimer hasta conseguir que actúe la materia gris aún repleta de ciencia. Se podría decir que ha vuelto a vestirse la bata blanca de médico. Sabe lo que hay y lo que le espera. Y se encierra en sus pensamientos, seguramente evaluando su situación. Vuelvo a recostarme a su lado, a escuchar su respiración entre las maravillosas notas de Beethoven y Bach. Al final va a resultar que ella tiene razón y donde verdaderamente se descansa es junto a esta cama. Aunque no duermas ni un minuto.
Leo lo que ha ocurrido en un instituto barcelonés. Me temo que ahora se desatará el clamor para poder enchironar de por vida hasta a los más tiernos infantes. Busquemos las raíces del problema, qué está pasando en las familias, qué alimento moral e intelectual estamos proporcionando a nuestros niños, qué ven, a qué juegan, cuáles son sus referentes. Aunque sólo sea por una vez, abordemos el asunto desde el origen. Los norteamericanos llevan siglos haciéndolo al revés, o sea, queriendo hallar la solución en una población armada, las cadenas perpetuas y las condenas de muerte, con lamentables resultados que a la vista están.
Gira la cabeza y me mira fijamente con unos ojos que piden confirmación. Y la obtiene de inmediato: sus instrucciones serán respetadas. Se lo garantizo. Entonces cierra lentamente los párpados y vuelve a dormir. Y la habitación se llena de paz. Estoy disfrutando inmensamente junto a él, queriéndolo, cuidándolo, acariciándolo, besándolo. Pese a todo, experimento una felicidad que me va a acompañar el resto de mi vida.
Ella acaba de llamar. En vez de dormir está tendiendo ropa. En fin, sin comentarios.
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