miércoles, 12 de noviembre de 2014

BRINDIS



Me enteré de la muerte de Franco por el alboroto de bocinas por las calles de Las Palmas de Gran Canaria. Los coches circulaban bajo el balcón de mi casa haciendo sonar sus cláxones, como cuando la selección española ganaba un partido importante. Menudo ambientazo, un tanto incomprensible para un niño de diez años, se vivió aquel día. Con el paso del tiempo comienzas a preguntarte qué habría sucedido si cada uno de los que detestaba a Franco, además de festejar su fallecimiento, hubiera hecho algo más para adelantar el final del régimen. Porque anda que no salieron antifranquistas tras aquella muerte. De repente, todo el mundo lo era.
La caída de Villa y los apuros de sus secuaces se está celebrando por todo lo alto en las cuencas. Incluso se organizan comilonas para brindar por el descenso a los infiernos del omnipotente líder, al estilo del derribo de la enorme estatua de Saddam Hussein en el centro de Bagdad, pero en plan gastronómico, más provechoso. Tal como se están desarrollando los acontecimientos es bastante posible que, tirando del hilo, vaya saliendo mucha mierda y más nombres asociados a ella. Nombres que están en boca de multitud de gente que ahora, con el régimen villista en pleno hundimiento, por fin se atreve a decir en voz alta lo que hasta hace bien poco sólo cuchicheaba. Y es cuando uno vuelve a preguntarse qué habría sucedido en nuestra tierra si los chanchullos que tantos conocían y callaban hubieran sido destapados en su momento y si los que hoy festejan el fin del villismo lo hubieran combatido hace treinta años.
Y, por otra parte, ¿por qué ha habido que esperar a que Villa hincara la rodilla en el suelo para ponerse a remover las cuentas de los fondos mineros? Hace muchos años que se viene denunciando el enorme descontrol, la arbitraria adjudicación de ayudas, la absoluta opacidad y nadie con poder ha movido un dedo. Y lo mismo en el Montepío. Lo de las fincas castellanas, los barquitos mediterráneos y la colocación de familiares es algo que corre por ahí desde hace años y en todo este tiempo nadie osó llamar a capítulo a Postigo y compañía. Si todo esto se hubiera hecho mucho antes, posiblemente hoy todos tendríamos motivos para brindar.

LNE de Las Cuencas 8/11/2014

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